La propia resistencia a vender pone un cierto piso en los valores domésticos, aún cuando el mercado internacional se muestre débil por la –todavía incipiente- entrada de la cosecha sudamericana al circuito comercial.
Como sabemos, existe una clara política, por parte del productor, dirigida a vender solamente de acuerdo a sus necesidades imprescindibles; y, si es posible, a demorar los pagos para no tener que desprenderse de mercadería.
Todo indicaría que, al menos por unos cuantos días, el dólar se mantendrá en los niveles actuales, luego de la abrupta devaluación del peso del 23 de enero.
Lo que ha pasado en ese mes fue claramente una devaluación, con todas sus letras. Se trata de un caída en el peso de más o menos un 23%. Si no se hacen más disparates, es probable que tal aumento en el valor de las divisas genere un colchón que permita perdurar el tipo de cambio un tiempo. Y aunque breve, ayudará a tomar decisiones.
Por ello, es importante hacer una suerte de “stop”.
Por ahora, el Banco Central es el principal oferente de divisas, dado que el sector exportador aporta poco y no se prevé que lo haga en mayor dimensión en este mes.
Los exportadores argumentan que no pueden exportar en mayor volumen por la reticencia a vender de parte de los productores agrícolas quienes, todavía, tendrían en sus manos una producción cercana a 4.000 millones de dólares.
En rigor, resultan más creíbles aquellas estimaciones que hablan de un acopio de soja cercano a 5 millones de toneladas, algo así como 2.500 millones de dólares.
Sea lo que fuera, en algún momento este monto –que va de 2.500 a 4.000 millones de dólares- va a ingresar al circuito; y ello ayudará a que el actual nivel del dólar siga un tiempo más.
Además, lógico resulta aguardar que desde mediados de marzo haya un mayor ingreso de moneda extranjera a resultas de la nueva cosecha.
En tal caso, ahora podría ser un buen momento para comercializar una parte de la cosecha vieja. Y aprovechar para pagar insumos dolarizados, cuando el valor actual en el mercado se encuentra en un nivel muy superior al futuro.
Según el ROFEX, el contrato de soja fábrica para el mes de febrero cotiza casi en a $ 2.600, y u$s 288 el contrato de soja fábrica mayo. En tanto, las fábricas locales operan sobre un precio de u$s 285 con descarga en el mes de abril.
Estos dos últimos valores representan en moneda actual un precio de la soja próximo a $2.300.- La diferencia del precio en el disponible de hoy con éste es interesante. Habrá que pensarlo detenidamente, y ver si, aún con el actual ambiente de incertidumbre, no sería lo más racional desprenderse de buena parte de lo acopiado. Obviamente, nos referimos a los afortunados –seguramente pocos- que disponen de grano.
Además, bien vale analizar la posibilidad de capturar una prima actual de aproximadamente u$s 35 de las posiciones más cercanas respecto a los futuros.
Es importante resaltar que algunas plantas aceiteras ofrecen una prima por la entrega adelantada a marzo o abril.
Con una producción proyectada en 53 millones de toneladas, se habría vendido tan sólo algo así como un 7%. Es decir un poco más de 3 millones de toneladas de la cosecha esperada. El año pasado para estas fechas, tal ratio llegaba a más de 20%.
El tema es de vital importancia pues como están tirados los dados, debería darse una caída en los precios del disponible. La cuenta regresiva ha comenzado a funcionar y hay que tenerlo en cuenta con premura.
Algo menos, pero en la misma tendencia, debería observarse en los futuros dada la gran cosecha aguardada para la Argentina, Brasil y Paraguay, aunque todavía pueden aparecer imponderables climáticos que reviertan o interrumpan la tendencia negativa en los precios.
Las recientes lluvias, que han castigado con crueldad extrema la zona núcleo es un ejemplo. Se habla de que, en los últimos días, allí ha llovido aproximadamente 300 mm. Obviamente, este dato desalienta las estimaciones de cosecha pues habrá partes que no se podrán trillar y los efectos en la sanidad serán visibles.
Así las cosas, quizás sea momento de repensar la estrategia de retención. En definitiva, los requerimientos financieros se hacen ahora más pesados, los costos de la trilla se acercan y la cosecha de Brasil está en sus comienzos.