Fue una semana de calor extremo con más de 40 grados de temperatura, de tormentas que en general derramaron poca agua, de incendios, hay 380.000 hectáreas quemadas en La Pampa, y sobre todo de mucha ansiedad entre los productores y empresarios del campo. Básicamente se preguntan: ¿dónde y cuándo termina el proceso de aceleración de la inflación que ya tiene un piso del 30%, la fuga del peso y el drenaje continuo de reservas del Banco Central?

Como no hay respuestas oficiales, la ansiedad se dispara. En estas condiciones hay espacio sólo para los negocios de corto plazo pero definitivamente no hay clima para invertir. Se actúa a la defensiva con la menor exposición financiera posible.

Pero si la macro no ayuda, la posibilidad que abrió el recambio ministerial y la llegada a Agricultura de Carlos Casamiquela de levantar algunas de las restricciones al comercio comienzan a diluirse.

Como beneficio de inventario hay que decir que la gestión del ministro carga con un gran desgaste de los materiales anímicos de los productores después de casi once años de gobierno kirchnerista.

Basta con un rápido relevamiento telefónico sobre las expectativas de los empresarios para constatar este desencanto. "Tratemos de no fundirnos y que el clima nos ayude y deje de castigarnos. No tengo ninguna expectativa que después de nueve años de políticas de desaliento a la producción se vaya a cambiar algo. No gastemos pólvora en chimangos.

No estamos para perder el tiempo. Todas las entidades del campo, tanto las gremiales como las técnicas, le han dicho al gobierno no a los ROE, no a la falta de libertad de mercado y no a las retenciones", confiesa un alto dirigente de una de las cuatro cadenas agrícolas que prefiere el anonimato. Es evidente entonces que hay un indisimulable déficit de paciencia. ¿Se lo podrá revertir, aunque sea mínimamente?

La semifinal alcanzada esta semana por Roger Federer en el Abierto de Australia puede utilizarse como una experiencia válida. Al suizo no se le escapó el paso del tiempo y que ya no tiene piernas para aguantar a sus rivales desde la base, por lo que cambió el juego y ahora abrevia los puntos yéndose a volear a la red.

Algo así es aplicable a la política agropecuaria que ya no puede distraerse en largos peloteos. ¿Hasta cuándo se puede ir y venir con planes y estudios de desarrollo con una presión impositiva récord que asfixia a las actividades productivas? Por la creciente pérdida de la fortaleza económica, el equipo de Agricultura está obligado a ir a la red a buscar soluciones cuanto antes.

Casamiquela planteó trabajar en mesas de diálogo con las distintas cadenas productivas. Sin pausa ya se reunió con los integrantes del sector de la carne vacuna, las aves, la industria aceitera y algunas de las economías regionales.

El proceso aunque es impecable en lo técnico, los que fueron convocados celebran la cordialidad, la predisposición a escuchar y la solvencia profesional de los funcionarios, no deja de ser riesgoso. Después de los saludos de rigor y de cruzar la puerta del Ministerio de Agricultura, los integrantes de la cadena comienzan a preguntarse sobre la eficacia y los resultados concretos que tendrá la convocatoria.

La inquietud se basa en que la mayoría de los problemas que se plantean están en la órbita del Ministerio de Economía y giran alrededor de la pérdida de renta, el aumento de impuestos, las retenciones o las trabas a las exportaciones. De antemano se sabía que la eficacia de la gestión de Casamiquela se iba a definir por su relación y grado de influencia con el ministro Axel Kicillof.

El comienzo laboral entre los dos ministros no pudo ser peor. Fue la semana pasada en el anuncio de la apertura de las exportaciones de trigo. Casamiquela, que había levantado como bandera de su gestión un significativo incremento de la superficie sembrada para la próxima campaña de trigo, necesitaba dar señales positivas a los productores pero se encontró en plena conferencia que Kicillof anunciaba la liberación inmediata de medio millón de toneladas y no del millón y medio que previamente se había acordado. Nadie reparó en la promesa incierta y de liberar el millón de toneladas restante.

"Guillermo Moreno se la pasó mintiendo y ahora nadie cree en nada", reflexionó un operador del mercado. Lo cierto es que a Casamiquela, sin comerla ni beberla, le llovieron las críticas por una medida que no tiene lógica ni con las matemáticas de primer grado donde se aprende a sumar y restar.

De ahí en más, los ministerios de Economía y Agricultura juegan al oficio mudo. Está visto que en enero compiten las marcas de temperatura y de la ansiedad.

 

Resumen

 

53millones de toneladas- Es la estimación de la próxima cosecha de soja, según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.

 

La frase

Marcelo Graffigna, Pte Soc. Rural Salliqueló": Va a ser un año muy difícil, los maíces de primera ya están perdidos".