El aumento fue cercano al 2100 por ciento. Los pedidos desesperados de luz de la otra orilla comenzaron el lunes 16. Sólo ese día en que comenzó la debacle se importó más que en todo diciembre de 2012. Al día siguiente, las compras fueron el triple que las hechas en todo el último mes del año anterior.
La Argentina seguirá caminando mucho tiempo al borde de la catástrofe eléctrica. La distribución en el área metropolitana claramente colapsó con las altas temperaturas. La Argentina no consume más porque entró en un modelo virtuoso de producción industrial. Hasta noviembre, el acumulado de consumo era apenas 2,6% superior al del mismo período del año anterior, según el Indec. En noviembre, el alza fue de más de 16% respecto del mismo mes de 2012, según Cammesa y estudios privados. Fue por el calor agobiante en gran parte del país. La producción industrial, según el Indec, viene en baja.
La desesperación por conseguir provisión adicional de Uruguay muestra que el sistema de generación no puede atender picos de demanda de potencia que pasen de los 23.000 MW. Aunque se diga que la capacidad instalada es de más de 31.000 MW.
Los propios informes de Cammesa muestran que permanentemente hay máquinas térmicas en falla por alrededor de 5000 MW. Es la consecuencia de un modelo que desalienta las inversiones y que obliga a que por la falta de gas las plantas funcionen permanentemente con combustibles líquidos, equipos que sólo deberían hacerlo ocasionalmente.
Incluso un día de escasísima actividad, como el 31 de diciembre, hubo que comprar 355 MWh a Uruguay, un poco más que el también calmo 24. Para atender los picos también se recurre a potencia de Paraguay, como ocurrió el 27, el 28, el 29 y el 31, aunque en cantidades mucho menores que las demandadas a Uruguay.
La generación no puede permitirse ningún lujo. Si la distribución hubiera permitido abastecer toda la demanda -lo que fue impedido por cortes catastróficos-, es probable que la generación no hubiera alcanzado. Entonces habría que haber recurrido a los cortes programados, de los que erróneamente habló el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, en el inicio de la crisis.
Hasta los estudiantes secundarios que cursan física saben que la eficiencia de los sistemas de conducción aumenta cuando bajan las temperaturas. El anterior récord de demanda de potencia para un día hábil se registró el 22 de julio último a las 20.26. Fueron 22.252 MW. Si la tasa de aumento se mantuviera en el 2,6% de los once primeros meses de 2013, este año en el invierno se acercaría a la fatídica cifra de los 23.000 MW, que parecen difíciles de cubrir sin ayuda externa.
Todo eso teniendo en cuenta que el verano y los calores aún no terminaron. Pese a la baja de la demanda en enero, la Argentina compró a Uruguay 3822 MWh el lunes 6, es decir, 77% más que en todo diciembre de 2012. No fue una excepción, al día siguiente compró todavía más: casi 5000 MW.
Pendientes del clima
Un marzo cálido, con la vuelta a la actividad, podría multiplicar los problemas. Un invierno más frío que el último, una súbita merma de agua en hidroeléctricas importantes, una falla inesperada en algún equipo de significación, todos son riesgos enormes en un sistema que probablemente sólo en el transporte esté en una zona donde los riesgos son los razonables.
Al final de la que la Presidenta se empeña en llamar la "década ganada" se vive pendiente del clima y sometidos sin más a él, como las poblaciones más primitivas. Es además el mismo Gobierno que ha estado subsidiando la producción y venta de electrodomésticos, mientras desalentaba la inversión en generación y distribución y alentaba el dispendio con subsidios injustificables.
También parece que habrá que, como dice Jorge Capitanich, rogar a Dios que no fallen las máquinas térmicas uruguayas que exportan, que no son ni las más modernas ni las más eficientes y, por lo tanto, tampoco producen la energía más económica.
El Banco Ciudad ya lanzó líneas de crédito para comprar equipos que permitan paliar los daños. Pero, por supuesto, no son baratos ni son la opción más eficiente. Que proliferen los sistemas de autoabastecimiento es una muestra de la falla en primer lugar para ordenar, regular y controlar el sistema. Del mismo modo que la proliferación de alarmas y cámaras de seguridad privadas en los domicilios evidencian que la inseguridad es algo más que una sensación y que el kirchnerismo estuvo muy, pero muy lejos de reconstruir el Estado, como dice haber hecho.