El ostentoso viaje de placer del titular de la AFIF con su familia y un grupo de personas de su confianza a uno de los hoteles más caros de Río de Janeiro, Brasil, al que arribaron en primera clase de la aerolínea Emirates, desnuda, una vez más, la brutal contradicción de muchos funcionarios del actual Gobierno. Una contradicción a la que, en este caso particular, se le suma una sostensible falta de ética.
Ricardo Echegaray es un funcionario de primera línea, del que se espera que dé el ejemplo o, cuanto menos, que sus actos sean coherentes con sus dichos. Se trata de quien ausculta los deberes fiscales de todos los argentinos, información que el Gobierno usa y abusa ilegalmente para presionar e intentar silenciar las críticas a su gestión. Han sido públicas y groseramente orquestadas las persecuciones a periodistas, artistas, comerciantes, empresarios y firmas, a los que no sólo mandó investigar, sino que llegó al extremo de ordenar allanar. Incluso, demandó judicialmente a periodistas a quienes acusa de ocasionarle "daños y perjuicios" por dar a conocer investigaciones sobre presuntos negociados que lo tienen como protagonista. Una contradicción más que evidente en un funcionario de un gobierno que se jacta de haber promovido la despenalización del delito de calumnias e injurias.
Ese poder que la AFIP se arroga es el que impide a muchísimos argentinos adquirir dólares para viajar, por otro lado, única "libertad" concedida en la materia por las autoridades, ya que hace tiempo que nadie que quiera atesorarlos puede obtenerlos en forma legal. Sin embargo, esa regla no parece regir para el titular de la AFIP que, por lo visto, cuenta con dólares suficientes para salir del país en plena época de restricciones de todo tipo, trabas y escasez de divisas.
Nadie duda, como intentó justificarse Echegaray ante el equipo de TN que denunció haber sido atacado por gente de su entorno, de que es un hombre que cuenta con "capacidad contributiva". Que cobra buenos salarios quedó demostrado el año pasado con el regalo de un costoso automóvil de alta gama a su hija de 18 años, el día de su cumpleaños, y en momentos en que son harto conocidas las trabas que pone la Aduana para importar.
Resulta absolutamente repudiable la consolidación del doble discurso de este funcionario -aunque por cierto no es el único-, que puso en marcha en 2009 el primer blanqueo de capitales de la gestión kirchnerista para que los argentinos traigan al país los dólares depositados en el exterior, y que fue denunciado periodísticamente por presuntos negociados con subsidios de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (Onnca), organismo que dependió directamente de él hasta 2008 y que terminó siendo disuelto por decisión de la presidenta Cristina Kirchner, en 2011.
Es Echegaray el mismo funcionario que, tras la derrota del Gobierno en las Primarias Abiertas Simultáneaneas y Obligatorias (PASO), negó ante la prensa que fuera a incrementarse la percepción que realiza la AFIP por la compra de dólares para turismo y gastos con tarjeta en el exterior, por entonces del 20 por ciento.
Cuatro meses después, su dependencia subió ese margen al 35 por ciento.Aunque lo desmiente, no fueron pocos los que le escucharon decir al jefe de los sabuesos que la decisión de recargar esos consumos es para desincentivar el giro de divisas al exterior, de modo de que los agentinos las vuelquen al turismo interno. Precisamente, fue lo que él no hizo en esta oportunidad al viajar a Brasil ni la sugerencia que tampoco acató su familia en las vacaciones del año pasado cuando se trasladó a Punta del Este.
Durante la entrevista concedida al equipo de TN, en la que se mostró molesto por las preguntas de los periodistas tendientes a saber por qué había viajado a Brasil en primera clase de una línea aérea que no es Aerolíneas Argentinas, cómo consiguió los dólares siendo que se mantienen las fortísimas restricciones para obtenerlos, y por qué decide vacacionar en el exterior siendo uno de los principales impulsores del cepo cambiario, Echegaray prometió que hoy brindaría una conferencia de prensa donde respondería todas las dudas.
Habrá que esperar que esa rueda no se transforme en un monólogo del funcionario y que, además, sea generoso a la hora de detallar qué hacía vacacionando con Jorge Lambiris, un empresario uruguayo al que se lo vincula comercialmente y al que debería controlar. Paralelamente, se espera con ansiedad su explicación de por qué las personas que lo acompañaban golpearon a los periodistas, quienes aseguran que Echegaray fue testigo de esos atropellos sin siquiera inmutarse.
Como dijimos, no es ni será el único funcionario que incurre en estas actitudes contradictorias y antiéticas. En los últimos días, cuando miles de argentinos padecían -y muchos aún padecen- la falta de energía eléctrica y de agua, que ya provocó varias muertes en el país, el secretario de Energía, Daniel Cameron, era descubierto jugando al golf, mientras la Presidenta seguía recluida -y sin emitir palabra- en el Sur. De parte de ninguno hubo explicaciones ni siquiera disculpas públicas.
En naciones en las que la observancia de la ética de los funcionarios es una práctica que los ciudadanos exigen a rajatabla, un empleado jerárquico del Estado como Echegaray debería haber presentado su renuncia, o el presidente ya se la hubiera exigido.