"Morenismo" con estudios universitarios completos. La tentación de definir así a la nueva política para combatir la inflación es grande, a partir de las innegables similitudes que se encuentran cuando se comparan los controles de precios a los que apelaba Guillermo Moreno con las últimas medidas anunciadas por el equipo que lidera Axel Kicillof.

La primera medida que se repite en ambas administraciones es la creación de una canasta de productos que tendrán precios congelados como principal herramienta para combatir la inflación en los alimentos. En este caso, la única diferencia pasa por el tamaño. Para Moreno la lista alcanzaba a 500 artículos, mientras que Kicillof anunció una canasta más acotada de entre 170 y 200 productos. En todo caso, las cantidades parecen insuficientes para que un ama de casa perciba una gran diferencia cuando vaya a hacer las compras, partiendo de la idea de que en un supermercado de barrio la oferta ronda los 3000 ítems y en un hipermercado supera los 20.000.

A pesar de los cambios en el Ministerio de Economía, también se mantuvo la política de "control popular", y lo único que cambió es el nombre. Cuando se presentó la canasta de los 500 artículos en mayo pasado, la presidenta Cristina Kirchner anunció el lanzamiento del programa "Mirar para cuidar"; el viernes pasado la firma del nuevo convenio se realizó ante la atenta mirada de militantes vestidos con remeras con la leyenda "Miramos los precios".

De una canasta a otra también se mantiene la idea de negar la inflación. Moreno no se andaba con vueltas y directamente destruyó al Indec para esconder las subas en el costo de vida. Con un discurso más elaborado, en el acto del viernes Kicillof se cuidó de no nombrar la palabra maldita y para referirse a la inflación optó por figuras retóricas como "algunos precios que tuvieron un reordenamiento".

Por otra parte, el anuncio anticipado del acuerdo hizo que en las últimas semanas se dispararan los precios en una gran cantidad de artículos, que entrarán al congelamiento con valores mucho más altos.

En la misma línea de negar la realidad, Kicillof también dijo que el convenio de precios era "voluntario", como si alguna empresa tuviera margen para no aceptar el pedido oficial. Al mismo concepto apelaba Moreno para explicar medidas como el cepo publicitario que impuso a las cadenas de supermercados prohibiéndoles que hagan publicidad en los grandes diarios nacionales.

Otro de los puntos que se repite es la desprolijidad de los anuncios. En tiempos de Moreno era conocido el grado de improvisación con que se armaban las listas. Esta vez, la canasta fue elaborada en forma más minuciosa, y según el borrador que ya trascendió desaparecieron productos que no eran de primera necesidad y que figuraban en la lista de los 500, como las tinturas de pelo o los geles de baño.

Sin embargo, al mejor estilo Moreno, el viernes se hizo el anuncio de una lista cuyos precios aún no se han terminado de definir, y al día de hoy los supermercados, la industria y los funcionarios de la Secretaría de Comercio siguen negociando los productos que finalmente van a quedar alcanzados por el acuerdo, que ya fue presentado en público.

Así como hay muchas similitudes también se encuentran grandes diferencias. La principal es que, a diferencia de los acuerdos de palabra que hacía Moreno, esta vez el equipo económico decidió que todos los convenios quedaran firmados por escrito, lo que implica un dato positivo y le da mejores perspectivas de cumplimiento, especialmente para las filiales locales de multinacionales que se quejaban de que en los tiempos de Moreno no había ninguna resolución oficial para justificar ante sus casas matrices las medidas que tomaban.

La negociación de la nueva canasta además se diferenció por los buenos modales que reinaron en las negociaciones entre los empresarios y los funcionarios. Lejos quedaron las apretadas y faltas de respeto a las que apelaba Moreno para intentar amilanar a los hombres de negocios.

La última diferencia entre Moreno y Kicillof pasa por una cuestión de discurso. A Moreno no le preocupaba que a los controles de precios se los llamara como lo que eran. Atentos a los antecedentes de fracasos en la materia, el nuevo equipo económico busca innovar en este campo y a la hora de anunciar la puesta en marcha de la nueva canasta el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, prefirió hablar de un "convenio marco de precios entre el Estado y los empresarios del sector", que, más allá del pomposo nombre, no deja de ser un clásico congelamiento de precios.

UN MODELO CONOCIDO

Qué cambió y qué se mantiene en los controles de precios

SIMILITUDES

Canasta de congelados: las dos administraciones impulsaron una canasta de productos con precios congelados como eje central para combatir la inflación

Sin fecha de vencimiento: originalmente se pensaba que el nuevo acuerdo ?de precios iba a durar tres meses, pero el viernes se informó que el convenio regirá para todo 2014, en línea con la forma con la que trabajaba Moreno

Control popular: para vigilar que las empresas cumplan con los acuerdos de precios y no avancen con nuevas subas se sigue apelando a los controles en las góndolas, a cargo de militantes Inflación negada: tanto Moreno como Kicillof se niegan a hablar de inflación y sólo reconocen algunas subas de precios puntuales

Acuerdos "voluntarios": las medidas son presentados como acuerdos "voluntarios" y no impuestos por el Gobierno

DIFERENCIAS

Por escrito: el convenio que impulsa Kicillof fue firmado por los funcionarios y los empresarios. Moreno se manejaba únicamente con acuerdos de palabra, lo que les quitaba seriedad y previsibilidad a sus anuncios

Buenos modales: los empresarios reconocen que de parte de los funcionarios hubo un trato duro, pero correcto, en las negociaciones que mantuvieron para definir la lista de productos que finalmente integran la nueva canasta

Nombres recargados: el nuevo equipo económico no habla de congelamientos sino de "convenio marco de precios", atentos a los antecedentes de fracasos que arrastran este tipo de medidas en la economía argentina

Primera necesidad: la canasta de Kicillof no contiene artículos suntuarios ni de consumo acotado, como la lista de 500 productos de Moreno, en la que figuraban tinturas para el pelo y geles de baño, entre otros

Del editor: cómo sigue.

Dada la historia argentina en la materia, la gran similitud entre las gestiones de Moreno y Kicillof será seguramente el fracaso para controlar la inflación