Como sabemos, a comienzos de diciembre de cada año, empiezan los primeros embarques de trigo, principalmente, con destino a Brasil.

Durante décadas, lo habitual consistía en que empezaban los embarques para mediados de noviembre de cada año. El año pasado fue la excepción –sin dudas contundente- pues los embarque se demoraron; y recién se dieron a partir del 15 de diciembre, como consecuencia de haber levantado las menor cosecha en seis décadas. Se trató de un volumen de apenas 8,2 millones de toneladas. Lamentable.

Claro está, esto era lo “normal”. Pero la normalidad ahora, como el año pasado, está ausente pues la exportación de trigo no existe por el momento.

Distinto es el caso de, por ejemplo, Uruguay que ya tiene fechas de embarques por muchos millones de dólares.

En rigor la “anormalidad” se ha incrementado; ya hemos superado el retraso del año pasado. Hoy es 16 de diciembre y no hay noticias al respecto.

No se conoce un procedimiento transparente. No se sabe nada aún… Los ROE verde están en la penumbra.

Nadie sabe cuándo se podrá iniciar los embarques. Ni tampoco por qué volumen.

La razón de esta falta de definición no es muy difícil de deducir: este año no llegaremos a mucho más de 9 millones de toneladas. Magro resultado pese a todo lo publicitado, por parte de las autoridades oficiales, al inicio de la campaña.

¿El responsable es el clima?

Sí, tiene parte de responsabilidad. Pero la mayor parte está en el área sembrada que es resultado, sin duda alguna, de la política oficial.

Dado que el stock inicial proveniente de la anterior campaña está en un nivel extremadamente reducido, y en vista de la cosecha final para esta campaña, el país podría exportar un volumen limitado: entre 2 y 3 millones de toneladas, solamente.

Se estima que la necesidad de importación de Brasil es muy grande pues este país no posee ventajas ni comparativas ni competitivas para una gran cosecha.

Requiere importar aproximadamente 7 millones de toneladas. Una cifra que Argentina podría perfectamente cubrir si su cosecha fuese “normal”, algo que está sujeto a una superficie de siembra “normal”, obviamente.

Como Uruguay –pese a sus loables esfuerzos- y Paraguay no pueden suplir la ausencia de nuestro país por razones lógicas, dados sus respectivos tamaños y limitaciones estructurales, Brasil “deberá” importar un volumen próximo a 3,5 millones de toneladas desde países que no pertenecen al MERCOSUR.

Que quede claro. El vecino país está obligado a recurrir a otros oferentes.

Así están las cosas. Por efecto de la política económica imperante, hemos dejado de cumplir con las necesidades de Brasil. Ahora lo hacemos apenas parcialmente. Y a duras penas…

Es increíble: nuestro país está en condiciones de producir cómodamente un promedio anual de 20 millones de toneladas y así exportar –libre del arancel externo común y con menores costos de transporte- el total que Brasil necesita del exterior. Y todavía tendría mucho más para exportar a otros destinos.

Por esta razón, nuestro vecino debió eliminar el arancel para la importación de trigo de países extra-MERCOSUR, De esta forma, nuestro país ha dejado un campo abierto para la competencia, sobre todo de EE.UU. y Canadá que, desde hace dos o tres años están aprovechando sin esfuerzo mayor.

Pero esto no es todo. Sabemos de la imperiosa necesidad de ingresar divisas. Si algo necesita el Banco Central es una buena cantidad de dólares.

Sin embargo –y aunque parezca cuento- las autoridades no levantan las trabas a la exportación que bien podría aportar, en el corto plazo, entre 900 y 1.200 millones de dólares. Increíble… ¿no?

¿Por qué no lo hacen? ¿Acaso es el temor a quedarse sin cubrir las necesidades para finales de año.

Si ese es el caso… ¿por qué no contemplan la posibilidad de importar? Y Al mismo tiempo… ¿por qué no emiten señales claras para que el productor aumente el área de siembra en la nueva campaña?

La impericia la pagan los productores y, por supuesto, los consumidores lo sufren a la larga.

Si hubiese exportación ahora, los valores del trigo mejorarían en el mercado interno.

¿Para qué tendremos un Ministerio de Agricultura? Hubo gente como Antonio de Tomaso que hizo honor a su alto cargo en tal ministerio. Quienes están allí, por favor que recuerden la obra de sus antecesores destacados.