Son muchos los asesores y técnicos que sostienen que el maíz es un cultivo clave en el manejo de los suelos de la región centro-norte de Córdoba. Y manejar de manera sustentable un suelo implica rotar cultivos.
En la campaña agrícola 2012/2013 se llevó a cabo un ensayo en el Campo Escuela de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) con el fin de evaluar el efecto de dos fechas y dos densidades de siembra sobre el comportamiento agronómico en tres híbridos de maíz.
Según informó el diario La Voz del Interior de esa provincia, se implantaron tres híbridos (Dekalb 747, Dow 510, Tijereta 624) en dos fechas (24 de noviembre de 2012 y 8 de enero de 2013) con dos densidades de siembra (45 mil y 90 mil semillas viables por hectárea). Cada unidad experimental (parcela) estuvo compuesta por cuatro surcos de cinco metros de longitud distanciados a 50 centímetros.
Los tratamientos se distribuyeron en parcelas divididas, correspondiéndole a las fechas de siembra la parcela principal, a la subparcela la densidad de siembra y a la sub-subparcela el híbrido, todo enmarcado en un diseño en bloques completos aleatorios con dos repeticiones.
Las variables medidas o estimadas fueron rendimiento en grano (kg/ha), en rastrojo (kg/ha) y peso de mil granos (g) al cero por ciento de humedad, índice de cosecha (%), y número de granos por metro cuadrado. La información fue sujeta al correspondiente análisis estadístico.
Resultados
Se observaron diferencias estadísticamente significativas entre fechas de siembra en cuanto al rendimiento, número y peso del grano, e índice de cosecha. La paciente recarga del perfil, sumado a las oportunas precipitaciones de fines de febrero, dieron como resultado que el rendimiento del maíz sembrado en enero superase en más de dos toneladas por hectárea al maíz sembrado en noviembre (9.239 kg/ha versus 7.071 kg/ha).
Esta tendencia fue acompañada por un mayor número de granos por unidad de superficie (4.117 granos/m2 versus 2.491 granos/m2). Si bien se constataron diferencias en cuanto al peso del grano a favor de la siembra temprana, no alcanzó a compensar la merma en el rendimiento producido por el menor número de estos.
Respecto de la densidad de siembra, no se observaron diferencias estadísticamente significativas para el rendimiento en grano (8.152 kg/ha para 90 mil y 8.168 kg/ha para 45 mil plantas por ha). Sin embargo, sí las hubo en cuanto al número de granos por unidad de superficie, el peso del grano y el índice de cosecha.
Entre los dos componentes del rendimiento en grano (número y peso del grano) se presentó un efecto de compensación, observándose un incremento en el número de granos y una disminución en su peso para la densidad de 90 mil plantas por hectárea, y ocurrió lo inverso cuando se cultivaron 45 mil plantas por hectárea.
En base a los resultados obtenidos se concluye que las siembras tardías no necesariamente traen aparejado una caída en el rendimiento. Es más, debido a la variabilidad climática, se logra una mayor estabilidad productiva gracias a una mayor recarga de agua en el perfil. Asimismo, el uso de densidades inferiores trae consigo un menor costo de producción y una mejor calidad del grano.
Por Laura Agui- Especial. La autora es estudiante de Ciencias Agropecuarias (UNC), bajo la tutoría del ingeniero agrónomo Ricardo Maich; laura