El relato finalmente colapsa cuando su propio constructor lo demuele. Ana María Edwin, directora del cuestionado Indec , y otros directores clave de la intervención capitaneada por Guillermo Moreno en el organismo estadístico decidieron cubrirse de la inflación mediante ahorros en moneda extranjera.
A pesar de que a mediados del año pasado la presidenta Cristina Kirchner decidió fortalecer el discurso de la pesificación -negando la inflación a través de las cifras oficiales- y volcando su plazo fijo en dólares a pesos, Edwin mantuvo por lo menos hasta fines de 2012 gran parte de sus ahorros en la preciada moneda a la que actualmente muy pocos argentinos pueden acceder.
Según la declaración jurada que presentó ante la Oficina Anticorrupción (OA), la ex directora de Recursos Humanos del Indec, hoy en la cúpula, mantenía a fines de 2012 unos 192.846 dólares. Se trata de la mayoría de sus ahorros. Tenía además 27.276 pesos en una caja de ahorro y otros 37.800 en el "colchón". Actualmente las tasas de interés de los bancos son negativas. Un plazo fijo paga en promedio un 16% anual, cuando la inflación de los últimos doce meses, según economistas privados, está cerca del 27%. Para el Indec, la inflación no supera los dos dígitos. Sin embargo, Edwin no eligió un plazo fijo para sus ahorros.
Desde octubre de 2011, el Gobierno instaló el cepo al dólar e intentó sin éxito pesificar la economía en un contexto inflacionario, lo que desató una fiebre por el dólar paralelo, que llegó a cotizar a más de 10 pesos. En ese marco, y a pesar de las diatribas oficiales, Edwin optó por la inversión más rentable para cuidar lo sobrante de su sueldo de $ 35.000 brutos mensuales.
Pero Edwin no es la única en el Indec que no siguió la presión pesificatoria que inició, sin mucha suerte, Cristina Kirchner. El director de Metodología estadística del cuestionado organismo, Roberto Muiños, también cuida la mayor parte de sus ahorros en moneda extranjera. Muiños tenía en el colchón 115.902 euros, según la declaración jurada que presentó a fines de 2012.
Claudio Comari, director de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y encargado de los polémicos índices de pobreza e indigencia, también elegía el dólar como moneda de ahorro. A fines del año pasado, según su declaración jurada ante la OA tenía un plazo fijo en dólares por US$ 118.287.
Norberto Itzcovich es más austero. Según dijo a la OA, el director técnico del Indec tenía una caja de ahorros por $ 47.676. Sin embargo, hace valer con creces su sueldo bruto mensual de $ 31.596. El ex coordinador que creció meteóricamente con la intervención de Moreno (a la que se opuso públicamente en un principio) comparte el 50% de un departamento en Olivos con su ex mujer. Por su estado civil debió mudarse. Y para eso tuvo ayuda estatal, con un crédito de más de $ 500.000 en el Banco Nación.
La semana pasada LA NACION contó que Susana Rosental, directora de Cuentas de la Producción, Ocupación e Ingresos, de la Dirección de Cuentas Nacionales, y que tiene a su cargo la elaboración del producto bruto interno (PBI), admitió en su declaración jurada que tenía en su poder $ 72.194 en títulos vinculados con el PBI en dólares. La elaboración del PBI oficial es criticada, ya que mediante la manipulación de la inflación oficial -subestimada desde enero de 2007- se infla el dato de crecimiento de la economía. Otros especialistas afirman, en cambio, que directamente habría variado la metodología con la que se calcula el dato oficial. Sin embargo, lo esencial es que el pago de los cupones atados al PBI se dispara automáticamente cuando la economía crece más de 3,22%.
"Me acuerdo de un amigo, que no voy a decir el nombre porque me va a matar si lo digo, en 2002, cuando se produjo el crac económico y el Parlamento elige un nuevo gobierno el 1º de enero. Este amigo de la familia viene y le dice a mi hijo: «Máximo, hay que comprar dólares -estaba a 4,80 en ese momento el dólar- porque se va a ir a 10 pesos. Y el amigo nuestro compró. No sé qué habrá hecho con esos dólares o si los tendrá", ironizó Cristina Kirchner el año pasado. Quizás ese amigo de la Presidenta, hoy un afortunado, trabaja en el Indec.