El anterior viceministro de Economía es ahora ministro de Economía, con lo cual se unificó el mando. Siempre es mejor un mando unificado que un aquelarre de personas que se superponen. Las medidas económicas, para bien o para mal, ahora tienen un solo responsable.
El presidente del BCRA es al menos alguien que sabe de bancos, que viene de los bancos y que cree que los bancos son útiles en una sociedad moderna. Este es el fuerte de Fábrega. No obstante, el manejo de la política monetaria será su debilidad, porque debe financiar al Estado Nacional en todo lo que necesita, siendo diciembre el mes donde el déficit fiscal crece aún más y porque debe controlar el dólar.
Tenemos un poco menos de presidente y un bastante más de jefe de Gabinete. Situación tan extraña como, en apariencia, poco sostenible. Es difícil imaginar que la presidente deje sus dos últimos años de gobierno en manos de Jorge Capitanich.
A medida que pase el tiempo, la salud presidencial se irá recuperando y con ella las ganas de agarrar el timón. Tiempo y pocos resultados determinarán la velocidad de recuperación del mando. No por nada Capitanich pidió licencia en el Chaco en lugar de renunciar y en octubre fue electo como senador suplente. Tiene los próximos 6 años garantizados.
Poco impacto
Si el desempleo es del 6,8%, uno de los más bajos en años, no hacen falta
medidas económicas importantes y por lo tanto no las habrá.
Pero en esta semana de nombramiento y reuniones, se perdieron 987 millones de
dólares de reservas. Casi toda la inversión de Chevron en los próximos 4 años.
Las dos medidas que se tomaron hasta ahora son incremento de impuestos y de combustibles. La primera, se trata de la suba impositiva a los autos, motos y yates suntuarios que ahorrarían en el año unos 300/400 millones de dólares. No está mal para una medida que compensaría en un año dos días de caída de reservas.
La otra es la suba del 6% de los combustibles que se acumula a los aumentos que otorgó Moreno antes de irse de hasta el 9%, haciendo que la inflación de noviembre sea de nuevo superior al 2%.
Ahora, según se anunció, vendrán otras medidas económicas, que tienen algo maravilloso: no impactan ni perjudican a nadie. Ni a las empresas, ni a los trabajadores ni al consumidor. Difícilmente sean importantes si no afectan a nadie.
Sintonía fina
En mi anterior artículo en El Cronista hablé sobre los mitos de la sintonía fina. De eso viviremos estos días. Todos estaremos imbuidos en una vorágine necesaria luego de 40 días de parálisis gubernamental. Esa vorágine tiene movimiento, pero no destino. Hace acordar mucho a la primera semana de Cavallo luego de asumir como ministro de economía de De La Rua en el 2001. Mucha reunión, mucho viaje, ningún cambio de fondo.
La frase sintonía fina se comenzó a utilizar en diciembre del 2011, cuando las reservas eran de u$s 47.800 millones, la base monetaria de $ 198.000 millones, el superávit fiscal primario era de $ 5.000 millones y el déficit energético del año era de u$s 2.800 millones.
Dos años después, diciembre 2013, usar la palabra sintonía fina cuando las reservas son u$s 31.500 millones, la base monetaria $ 340.000 millones, el déficit fiscal primario cerca de los $ 25.000 millones y el déficit energético de u$s 6.500 millones, es una quimera.
Seguir pensando que la macroeconomía solo necesita cambios parciales (un poco menos de subsidios, un poco de dólares prestados del exterior y un poco de confianza y volveremos a crecer) es como mínimo, ingenuo.
Es voluntarismo optimista, necesario para encarar una nueva etapa de gobierno. Pero insuficiente para cambiar la tendencia.
Lo cierto es que diciembre viene con reclamos que se deberán cumplir para tener un fin de año lo más tranquilo posible y los anuncios importantes se harán, probablemente, en enero.
Con estas leves medidas diciembre va a marcar un deterioro mayor en toda la macroeconomía, terminaremos con menos reservas y con más déficit fiscal, pero sería un riesgo tomar decisiones políticamente más complejas antes de las fiestas.
Como dice Capitanich, no van a hacer anuncios importantes. La frase completa me parece que es �no haremos anuncios importantes, al menos durante el 2013.