Y, como el marido sorprendido en pleno engaño, niegan hasta lo evidente. Los recambios del Gabinete son una muestra de que la realidad horada el Relato, pero los anuncios posteriores muestran otra vez la alienación de quienes cambian para que nada cambie.
Capitanich es un “político profesional”: dice sólo lo que quiere decir y generalmente no dice nada, pero lo hace con convicción. Kicillof es un chico malhumorado de Las Heras y Uriburu. No se anima a hacerlo, pero con gusto le pegaría un microfonazo a cualquiera de los cronistas que lo rodean haciéndole preguntas. No puede disimular su desprecio por ellos. Uno y otro evitaron, siquiera, pronunciar la palabra “inflación”. “Variación de precios”, dijo Kicillof.
“Expectativa alcista”, deletreó Capitanich.
Los diccionarios de sinónimos están a pleno. Inflación: maremágnum, multitud, opulencia, prodigalidad, suba, alza, vanidad, desvalorización, encarecimiento, especulación, infatuación, aumento, exceso. “Elevación notable del nivel de precios con efectos desfavorables para la economía de un país”, dice la RAE. En cualquier caso, se trata de negarla.
La oposición no existe y, convencida de que no se puede atacar a un igual apenas asume, cantan loas a Capitanich y mastican elogios moderados para Kicillof. Nadie recuerda quiénes son, de dónde vienen y qué lograron.
Jorge “Coqui” Capitanich sólo pidió licencia en su cargo como gobernador del Chaco. Lo aprobó la Legislatura local en un trámite exprés por 26 votos contra uno. Para decirlo de otro modo: yo no le saldría de garante como jefe de Gabinete porque es obvio que piensa volver. Coqui no fue, durante estos años, gerente de Disneylandia, sino gobernador del Chaco, provincia en la que el sesenta por ciento de la población no tiene agua potable y sólo el 24% tiene una vivienda digna. La solución que Coqui encontró para este último problema fue al menos polémica: Chaco fue el mayor banco de pruebas para el plan de viviendas de las Madres y Schoklender y recibió 232 millones de pesos del Gobierno nacional. Algunas obras se realizaron, otras quedaron pendientes.
La de gobernador no es su única licencia. Capitanich es, a la vez, presidente del Club Atlético Sarmiento, el más antiguo de la provincia y también el más subsidiado por el gobierno local. Las torres de iluminación del estadio, por ejemplo, se construyeron con fondos del Instituto Provincial de la Vivienda.
“La cuestión de Aerochaco fue una de las peores inversiones de Capitanich”, le dice a Clarín el diputado provincial Livio Gutiérrez. “Contrató dos aviones que decían que eran para fortalecer el turismo desde Buenos Aires. Lo que sucedió fue que en cuatro años Aerochaco perdió 70 millones de pesos. No quedó nada, salvo algunos escritorios y una computadora. Hoy por hoy lo único que hace el gobierno es vender los pasajes. En 2011 perdió más de 9 millones de pesos y en 2010 más de 21 millones. Cada siete pesos que vende invierte cien”.
“La provincia del Chaco es el summun del Relato”, asegura otro diputado, Carlos Martínez, de Libres del Sur. “Hay 100 mil personas que dependen del Estado y otras 400 mil que dependen de los planes sociales; esa es la realidad cruda de nuestra provincia”.
Axel Kicillof es también un caso de pluriempleo: además de ministro de Economía es presidente de la Comisión de Planificación y Coordinación Estratégica del Plan Nacional de Inversiones Hidrocarburíferas, miembro del directorio en Siderar e YPF y coordinador del Plan Procrear. Hoy, a la vez, maneja todas las “cajas internacionales” y puso a gente de su confianza en 15 de las 30 empresas en las que el Estado tiene representantes. Su única experiencia empresaria de vida real fue pasar por Aerolíneas Argentinas (con un déficit de 1.452 millones de pesos en el primer trimestre del año y sin balances presentados) e YPF (el déficit energético superó los 6.000 millones de dólares en el primer semestre de este año).
La alienación realidad-discurso se completó esta semana con la salida de Moreno, despedido como un héroe por 6 7 8 ( “¿Recuerdan otro caso de tanta gente triste por la renuncia de un funcionario?” , se preguntaron) y comparado con Malcom X por una carta abierta de La Cámpora. El inventor de la barrera –y del consiguiente peaje– pasará sus próximos años en Italia. Sus acólitos consiguieron juntar buenos ahorros durante la gestión: María Lucía Pimpi Colombo reconoce en su declaración jurada haber aumentado un 45% su patrimonio de un año a otro; Ana María Edwin, directora del INDEC hizo lo propio en un 42% y Norberto Itzcovich, director técnico del organismo, multiplicó sus bienes por cinco entre 2011 y 2012.
Sin decir una sola palabra sobre la derrota electoral, Cristina, rodeada de peluches y perritos, anunció su decisión de profundizar el modelo. Si seguimos los mismos pasos, ¿por qué el resultado sería distinto?
–¿En qué momento se corta la soga?
–En el primer semestre del 2014, me dijo el viernes, en la radio, el ex presidente del Banco Central, Aldo Pignanelli.
Hagan juego.