Finalmente, cayó Guillermo Moreno. El secretario de Comercio Interior, el funcionario más resistido de la década kirchnerista, debió abandonar su cargo en medio del goteo de cambios en el gabinete que aplicó Cristina Kirchner en su regreso a la gestión, y dejó a Axel Kicillof, el nuevo ministro de Economía, con mayor poder.

Es la primera vez que un titular del Palacio de Hacienda de la era kirchnerista asume funciones sin la sombra del hombre que manejó con mano de hierro buena parte de la gestión económica de los últimos años.

Con varios fracasos a cuestas, Moreno deja su cargo para desembarcar en Roma , como agregado comercial en la embajada argentina en Italia. Le quedan 12 días para completar su gestión. Su renuncia recién se concretará el 2 de diciembre. Ahora sólo convivirá con el embajador Torcuato Di Tella.

El anuncio corrió otra vez por cuenta del vocero presidencial, Alfredo Scoccimarro. Antes había estado en la quinta de Olivos, un paseo que desde anteayer se convirtió en un tembladeral para todos los ministros. La decisión de la Presidenta completa, por ahora, una primera tanda que ningún funcionario con llegada a Cristina Kirchner se anima a dar por cerrada.

En Balcarce 50 destacaban ayer que Kicillof y el nuevo jefe de Gabinete, el gobernador chaqueño Jorge Capitanich, asumen por orden de la Presidenta con todas las herramientas económicas renovadas. En esa línea, explicaban fuentes oficiales, debían entenderse los cambios de anteayer en el Banco Central, a través de la salida de Mercedes Marcó del Pont y su reemplazo por Juan Carlos Fábrega, y la llegada en el Banco Nación del camporista Juan Ignacio Forlón. Respiraron el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, y la ministra de Industria, Débora Giorgi. Pero nadie tiene asegurado el cargo.

"En la salida de Moreno primó la decisión política de recuperar la iniciativa en medio de los primeros cambios que no lograron impactar positivamente", reforzó la interpretación un funcionario con despacho en la Casa Rosada.

El Gobierno presentó la eyección de Moreno como una renuncia, un anzuelo para mostrar que se quería ir y que la Presidenta no cedió a la presión de los mercados, la oposición y el resultado electoral. Pero el secretario más duro del kirchnerismo ya había dejado en claro a su equipo que se quería quedar y cada tanto, para autorratificarse, lanzaba versiones de su supuesta salida. Nadie dudaba ayer entre los ministros de que la decisión la tomó Cristina Kirchner, en línea con la idea de darle mayor manejo a su nuevo hombre fuerte, Kicillof, y como golpe de efecto tras el resultado de la última elección. Moreno fue, desde que se conocieron sus métodos agresivos para cumplir sus decisiones, la cabeza que todo opositor quería ver caer.

Tanto el nuevo ministro de Economía como el jefe de Gabinete tuvieron largas charlas con la Presidenta en Olivos, previo a los anuncios de cambios. Por separado, coincidieron en la necesidad de fortalecer la gestión económica para solucionar dos temas urgentes: la inflación y la falta de dólares. Así, en su regreso paulatino tras los 45 días de licencia, Cristina Kirchner apeló a un giro de fondo con la renovación casi completa del área económica.

A pesar de que durante buena parte de la gestión que compartieron tuvieron una alianza táctica, en las últimas semanas Kicillof y Moreno habían comenzado a marcar diferencias. Los dos defendieron a ultranza el cepo cambiario y el blanqueo de capitales, medida resistida por Marcó del Pont y Echegaray, lo que los llevó a alinearse contra sus enemigos pasajeros. Pero una salida a la crisis los dividió y la derrota electoral terminó finalmente por volcar la balanza.

Reticente a entregarlo, Cristina incluso había terciado a favor del secretario de Comercio en su última disputa con Echegaray por la prórroga del blanqueo. Su salida oxigena al Gobierno y, sobre todo, al nuevo equipo económico. La Presidenta recupera el centro de la escena con la entrega de su funcionario más cuestionado.

Procesado en la Justicia por abuso de autoridad, la gestión de Moreno venía en picada. El nuevo índice de precios que se negocia con el Fondo Monetario Internacional cerraba la ecuación para soltarle la mano después de su violenta intervención del Indec. Sin resultados en el plan de control de precios, el congelamiento, la famosa y nunca implementada Supercard, Moreno fue acumulando fracasos.

Como si el destino hubiese jugado en el último minuto a favor del supersecretario, después de años de resistir la salida tantas veces anunciada, las palabras de Scoccimarro con el cambio más simbólico de la nueva gestión salió sin sonido para la televisión.

Reencuentro con la militancia

Limpieza a fondo. No se trata de cambios en el gabinete, sino de un lavado de cara a los apuros en la Casa Rosada para la vuelta de Cristina. Será el regreso más esperado y el Gobierno preparó ayer la reaparición de la Presidenta con la idea de que se asome a unos de los balcones internos del palacio para saludar a la militancia. Es más. Habrá palabras. Todo será después de la jura de los nuevos ministros, hoy a las 19, que asumirán en el Salón Blanco. Está previsto que los invitados y seguidores de Cristina la esperen en el Patio de las Palmeras, para seguir la ceremonia por pantalla gigante.