El portugués Ricardo Rebelo, CEO de Finca Flichman advierte que los altos costos afectan la competitividad de los vinos argentinos en el mundo. Por eso, dice, no es momento de invertir en ampliarse, sino de mantener las marcas, aunque aclara que el grupo Sogrape acertó al elegir el país para instalarse en 1998.
Las bodegas enfrentan un escenario complejo, tras varios años de fuerte crecimiento, debido a la pérdida de competitividad por los altos costos internos.
Para el portugués es necesario combatir primero la inflación y luego ajustar el tipo de cambio. Para eso, dice, se necesita invertir en “infraestructura y energía”, entre otros aspectos. En diálogo con El Cronista, el ejecutivo asegura que no es momento de ampliar producción, sino de “mantener las marcas”, pero aclara que el grupo portugués Sogrape acertó al elegir la Argentina para instalarse en 1998.
Mientras la pérdida de competitividad afecta sobre todo a las exportaciones, el consumo interno está estable, aunque frenado por las elecciones.
“Desde inicios del año creció el consumo, pero en julio se amesetó, quizás por las expectativas del consumidor ante las elecciones; prefiere derivar gastos a vacaciones, bienes durables o toma una actitud más defensiva de ahorro hasta saber qué va a pasar. El darse un gusto está más frenado. No prevemos un gran aumento, sino de 1% a 2%, pero el segmento por arriba de $ 25 crece más en detrimento de la baja gama".
Como origen, la Argentina creció mucho a nivel global en la última década, pero en 2012 y 2013 se notó un freno por pérdida de competitividad. Estamos muy atentos al crecimiento, porque crecer en la Argentina tiene un costo elevado para mantener stock, la cuenta de clientes y la mano de obra. Además son muy costosos los créditos fiscales con el Estado, las tasas de crédito son muy altas. Hay que tratar de ser eficientes, buscamos ser cuidadosos con nuestro balance. Hoy no nos centramos en ampliar la capacidad productiva o en invertir en activos fijos, sino en mantener nuestras marcas y negocios.
Es afectada también por la disponibilidad de energía, la escasez de ciertos insumos, la devolución demorada del IVA y de los reintegros a la exportación por parte del Estado. En la industria vitivinícola, esa demora es de seis, siete u ocho meses y el saldo se financia a un 25% de interés, es un valor muy alto. Además, el costo de transportar los vinos de Mendoza a Buenos Aires es casi tan caro como colocarlos desde Buenos Aires en Europa. La situación podría arreglarse con políticas estructurales para combatir la inflación y algo de devaluación; hay que invertir en infraestructura, por ejemplo, en trenes para transportar mercadería. Es muy difícil trasladar costos internos al exterior, no se puede ajustar más de 20% a países con 2% a 3% de inflación. La Argentina desarrolló mucho el segmento de u$s 23 a u$s 26 la caja, pero hoy en menos de u$s 20 no hay rentabilidad.