Si bien las expectativas de los mercados sobre EE.UU. se centraban en una baja de stocks, la realidad es que el informe del día de hoy, precisó que habría una suave mejora en su nivel.

El reporte de stocks trimestrales para soja, por parte del USDA, dio como resultado final un volumen de 3,8 millones de toneladas, esto es cerca de 400.000 toneladas más de lo aguardado.

Como vemos el número resulta prácticamente similar a lo esperado. Así las cosas, no deberíamos tomar ello como un factor de bajas en los precios.

No debería ser éste un motivo de alarma.

Claro que, a cortísimo plazo, es posible una baja en simpatía con el maíz que ha recibido un duro golpe con tal reporte, al establecer un sustancial aumento en los stocks.

La situación sobre los stocks de soja en EE.UU. se patentiza al tomar en cuenta el nivel del año anterior, sustancialmente más elevado.

En todo caso, lo que sostiene los valores es el temor sobre los rindes finales en ese país en vista de los problemas de falta de humedad y exceso de calor que debieron atravesar los cultivos. Recién está comenzando la recolección así que, por ahora, no hay indicios claros sobre los rindes.

Otro soporte se fundamenta en el retraso de los propietarios de soja, respecto a la media histórica, a desprenderse de la mercadería, dado el contexto inflacionario y la incertidumbre internos que alientan tal posición.

Vale destacar una cosa importante: puesto que el mercado está descontando un cuadro altamente optimista acerca de la producción de América del Sur, sustentado en la propia información del USDA, cualquier eventualidad adversa, sobre todo climática, impulsaría los valores.

Por el lado de la demanda, no se advierten signos de alarma.

China, pese a todo, mantiene su posición de consumo. Y en general, la demanda de harina para forrajes y de aceite de soja muestra un cuadro interesante en la región asiática.

En todo caso, la amenaza podría provenir del temido cambio de estrategia por parte de la Reserva Federal que induciría a una revaluación de la moneda.

La apreciación del dólar es un factor de depresión en los precios de la soja pues castiga la importación por parte de los demás países.

Además toda política que tienda a la revaluación de esta moneda y a la suba de las tasas de interés debe considerarse como estímulo, para los inversores financieros, a abandonar los commodities para trasladarse al plano financiero propiamente dicho.