En algunas semanas más se lanza a pleno la siembra de soja en buena parte del país, por lo cual éste es un buen momento para analizar algunas ideas de manejo y tecnológicas, que ayuden a lograr el mejor cultivo, en un contexto complicado de precios, clima y, también, político. Por eso, Clarín Rural consultó a un grupo de productores y asesores líderes, de distintas regiones, quienes brindan sus claves para este movedizo escenario.
Las primeras y coincidentes estimaciones afirman que la soja registrará un leve incremento en la superficie sembrada respecto a la campaña anterior, que la ubicará entre 20,5 y 21 millones de hectáreas, de acuerdo a la fuente consultada.
En ese marco, los productores siguen puliendo sus estrategias de manejo, hacia un modelo productivo basado cada vez más en la revalorización de los conceptos agronómicos y en la sofisticación del manejo. Así, los líderes buscarán incorporar un mejor paquete tecnológico en los ambientes de mayor aptitud agrícola, para ganar competitividad, y prestarán mucha más atención a la sanidad del cultivo.
Varios de los consultados por Clarín Rural coincidieron en que, este año, estar atentos a los pronósticos climáticos extendidos será una herramienta clave para planificar, siempre de acuerdo a las características del ambiente y las fechas de siembra óptimas en cada zona y por cada variedad.
Luis Cáceres es un agrónomo que tiene su base en la localidad santafesina de Arequito. Allí, asesora a productores que en conjunto trabajan una superficie cercana a las 7.000 hectáreas.
Para este ciclo, el técnico sostuvo que una de las variables que se deberán analizar más a fondo es el manejo de los ambientes, aspecto en el cual los productores están adquiriendo experiencia de forma progresiva, aunque todavía hay mucho camino por recorrer.
“En los lotes de mayor productividad está claro que hay que poner más recursos tecnológicos, porque la actual oferta en genética permite aspirar a muy buenos resultados”, señaló.
Respecto del manejo, el profesional también destacó que hay que evaluar cada vez mejor los momentos justos para realizar las aplicaciones de agroquímicos para despejar los lotes de factores reductores de los rendimientos, como las malezas resistentes a distintos herbicidas, que tienen un fuerte impacto en distintas zonas.
Desde el sur de Córdoba, el ingeniero agrónomo Juan Pablo Ioele ideó para esta campaña estrategias productivas apoyándose en dos variables fundamentales: ambiente y propiedad de la tierra.
En el caso de los mejores lotes en campo propio, con suelos de buena aptitud y bien rotados, apuntará a un esquema de punta, con un paquete tecnológico basado en grupos de madurez 3 cortos hasta 4 intermedios, con alto potencial de rendimiento, que capten rápidamente todos los recursos disponibles, y de buen perfil sanitario.
Para estos materiales y en su zona, el técnico sugirió una fecha de siembra ubicada entre la segunda quincena de octubre hasta principios de noviembre. Además, recomendó fertilizar con fósforo, azufre y micronutrientes, y habló del monitoreo permanente para establecer mejores pautas de manejo de enfermedades e insectos.
Por su parte, Ioele agregó que en suelos de menor aptitud los ajustes productivos deben apuntar a buscar más estabilidad, con grupos de madurez más largos para esta zona cordobesa, desde 4 largos hasta los 6, con fechas de siembra de mediados de noviembre y fertilización basada en estrategias de respuesta.
Otra de las regiones cada vez más sojeras dentro la zona centro es Entre Ríos. Allí, Rolf Müller, asesor técnico que trabaja en distintas áreas de esta provincia, contó que las apuestas están hechas más por un manejo defensivo que por uno agresivo.
En casi todos los casos, dijo Müller, los productores apuntarán a evadir el estrés térmico de enero, aunque reconoce que esa idea común podría causar algunos problemas logísticos, como concentración de fechas de siembra y de cosecha.
De acuerdo a las condiciones particulares de cada zona, destacó que en el caso de ambientes de mediana y baja productividad buscarán evitar las siembras durante octubre, y emplearán materiales de grupos 5 o 6. “No hacemos ciclos más largos porque no vemos ventajas en rendimiento, y además ocupan más energía en un desarrollo foliar alto”, explicó.
Otro punto a tener en cuenta es el uso de antecesores, que frente a campañas con variabilidad climática juegan un rol importante a la hora de sumar quintales. “En años secos la diferencia entre un cultivo con antecesor maíz o soja es de 3 qq/ha”, señaló Müller.
Está claro que, en el marco de una campaña difícil, contar con la mejor información y análisis al momento de la toma de decisiones será un aspecto vital para lograr llegar a la cosecha con el éxito esperado.