Desde su planta elaboradora en Ruiz de Montoya la entidad envía yerba orgánica en saquitos, empaquetada y con marca propia a mercados asiáticos. Son pioneros en llegar a Japón.  La demanda del producto misionero crece en extremo oriente y se diversifican las formas de consumirlo.

Hace ya casi una década la cooperativa de Ruiz de Montoya se planteó el ambicioso objetivo de exportar yerba mate a los exigentes mercados de extremo oriente. Según recuerda el actual presidente de la entidad, Guido Rem, los primeros contactos se produjeron en 2004 y el mercado elegido entonces fue Japón. Más de dos años y fuertes inversiones en las plantaciones y en la fábrica, fueron necesarios para adecuar la producción a las exigencias de los nipones. El primer envío se concretó en 2006 y gracias a la buena aceptación que tuvo el producto, el año pasado salieron los primeros cargamentos a Hong Kong, destinados a abastecer al mercado chino.

Principalmente envían yerba despalada, tostada o normal, envasada en saquitos para su consumo como mate cocido, pero también exportan el producto molido en bolsas de 5 kilos, para usarlo como materia prima para elaborar bebidas tipo energizantes y un producto soluble que se obtiene luego de practicar una molienda muy fina y cuyo consumo implica la ingesta efectiva de la yerba mate,  no solo su infusión.

Todo lo que se envía es orgánico y cumple con la certificación JAS (Estándar de Agricultura Japonesa, por sus siglas en inglés). “Tuvimos que cumplir con los estándares más estrictos del mundo para entrar a Japón. Certificamos la producción según sus normas y en la fábrica, tuvimos que mejorar la trazabilidad para garantizar que la yerba orgánica no se mezclara con la convencional en los procesos de elaboración, estacionamiento y envasado. Hubo que cambiar la iluminación, poner trampas para insectos, comprar envasadoras nuevas y humidificadores para que el papel esté en óptimas condiciones. Los japoneses son muy puntillosos, están todos los detalles. Tenemos que controlar uno por uno los sobrecitos y cortar con una tijera los que salen imperfectos”, indicó Rem.

El cooperativista aclaró que la yerba destinada a Asia tiene un mínimo de dos años de estacionamiento natural, lo que implica una carga financiera muy grande.
Pero los esfuerzos rindieron frutos y hoy los  japoneses pagan alrededor de 90 mil dólares por un contenedor en el que van alrededor de 2.000 kilos de yerba elaborada. “El resto es todo packaging, hay mucho valor agregado”, resumió Rem.