En las conferencias plenarias, esta edición volvió a ser el ámbito de encuentros de la comunidad agroalimentaria. Con la presencia de expertos nacionales e internacionales, productores, profesionales, empresas, compartiendo en las conferencias la experiencia con una visión prospectiva apuntando ala sostenibilidad.
A su vez, en los talleres, en siete salas simultáneas, reconocidos
investigadores, consultores, productores, referentes del sector, compartieron
con los presentes los desafíos de la inteligencia colaborativa. El control de la
rama negra; los agronegocios; análisis de suelos; distanciamiento entre líneas;
contratos en el agro; la búsqueda de altos potenciales de maíz; la discusión
sobre los desafíos de cultivos como el maní y el garbanzo; modelos de
simulación; políticas agroindustriales para el desarrollo del país; mercados,
fueron los temas de la primera jornada. Además, se abordaron temas como el
potencial de la Agricultura Certificada en las Cooperativas; ejemplos europeos a
seguir en energía sustentable; el rol del productor en la formación de los
precios; experiencias de seguros agrícolas a nivel mundial; fortalezas y
debilidades del doble cultivo continuo; bienestar animal; riego y manejo
eficiente del agua; agricultura por ambientes; manejo integrado de plagas;
aplicaciones terrestres periurbanas; y la comunicación para el agro, fueron
algunos de los tópicos más resonantes que siguieron en el temario del evento.
El aporte de la ciencia
En el taller compartido con los aplicadores aéreos, Sandro Peisino, presidente
de la Cámara de Profesionales de la Aviación Agrícola de Santa Fe, compartió un
enriquecedor intercambio con una nutrida concurrencia. “La aviación agrícola es
tan amplia que permite tareas como la siembra aérea, aplicación de sólidos y
líquidos, combatir incendios, espantar pájaros, controlar vectores que
transmiten enfermedades a la población”, dijo. Además, aclaró que no venía a
hablar en contra de las aplicaciones terrestres, sino a favor del uso del avión
como herramienta en la producción. “Dentro de la sustentabilidad, queremos
lograr el mayor beneficio productivo con los insumos dentro de un balance donde
debemos mantener lo social, lo ambiental y lo económico”, expresó.
Para Peisino, el avión es una herramienta que tiene muchas ventajas. Brinda mayor velocidad de trabajo e insume mucha menos agua que una aplicación terrestre. Y tiró un dato interesante: “en el sur provincial, más del 90 % de las aplicaciones son con fungicidas e insecticidas, y menos del 10 % de herbicidas”.
Según el aeroaplicador, un avión vuela a poco más de 200 km/h, a 3 metros de altura, en un trabajo en el que influyen muchos factores (temperatura, humedad, viento, tamaño de la gota), donde la eficacia del mismo depende del profesionalismo del piloto. “La deriva es controlable si aplicamos un simple procedimiento, que consiste en aplicar cuando las condiciones lo permiten. Hay en el mercado banderilleros que nos aportan los datos de la velocidad del viento y la deriva estimada, por lo que la única razón que se esgrime para querer prohibir las aplicaciones (la deriva), pero no se tiene en cuenta que existen métodos de trabajo para evitarla y tecnología para controlarla”, manifestó.
“Trabajar responsablemente es la regla, y así los beneficios son notables: el vuelo mueve el cultivo, mejorando la penetración del producto, no se compacta el suelo ni se diseminan las enfermedades en lotes linderos. Además, requiere mucha menos agua en las aplicaciones”, finalizó.
Bisagra en la agenda
Como todos los años, el stand de BASF recibía a los visitantes en la entrada del
hall principal. Mariano Anzini, Gerente de Desarrollo de Mercado, destacó que
AAPRESID es un evento que uno agenda al inicio de cada campaña, para estar en
contacto de primera mano con productores y técnicos referentes. “Uno se
actualiza con las novedades del sector, y siempre nos vamos con un montón de
inquietudes nuevas, generamos redes de trabajo, nuevos proyectos, en un marco
sin igual. Por eso estamos por sexto año consecutivo, siempre en la misma
esquina del salón pero con una presencia cada vez mayor. Este año traemos como
no verdad la línea de tratamiento de semillas, como foco principal de la
muestra”, adelantó.
Para Anzini, la adquisición de Becker complementa la plataforma de soluciones pensadas desde lo químico, ahora también desde lo biológico, presentando una solución integral en un mismo paquete de forma coordinada. “Estar en contacto con productores me permite ver las necesidades regionales, pero a nivel general, el gran tema es la sustentabilidad, y a nivel técnico, el manejo de malezas. Eso genera un flujo bidireccional permanente. La apuesta por la tecnología es casi una declaración de principios para la empresa, con la innovación como vehículo, queremos ir más allá, buscando el futuro”, remarcó.
Estamos de acuerdo
En eso de ir más allá, la empresa cerró un importante acuerdo con NIDERA.
Carolina Alegre, Gerente de Cuentas Claves para semilleros, destacó que el
acuerdo nace como un estrategia fuerte en el tratamiento profesional de semilla,
enfocada en tres patas: biológico, producción química, y servicio profesional,
que se vuelca a la semilla y se ve reflejado en el rendimiento. “Con una misma
visión sobre el valor de la profesionalización del tratamiento de semillas y
considerando la oportunidad de una red identificada y compartida, las empresas
decidieron unirse para seguir desarrollando el tratamiento profesional de
semillas (TPS)”. El acuerdo permite que el productor pueda acceder a la última
tecnología de BASF con la semilla de NIDERA. “El tratamiento profesional de
semillas brinda una protección superior, facilita la logística y la siembra y
proporciona la dosis exacta de producto, semilla por semilla. Adicionalmente, el
tratamiento en origen otorga una diferenciación que promueve el mercado de
semillas autógamas certificadas”, destacó.
En este sentido, las empresas definieron un acuerdo de cooperación a mediano plazo en los cuales la semillera pone sus simientes de última tecnología y la agroquímica aporta el paquete tecnológico en el tratamiento de las mismas.
Desde Santa Fe
Otra empresa que tiró “toda la carne al asador” fue la cañadense NOVA, que lanzó
al mercado una familia de productos para lograr cultivos sanos y fuertes desde
la semilla a la cosecha.
En el mismo sentido que las anteriores, incorporan la última tecnología en tratamiento de semillas, insecticidas, fungicidas y coadyuvantes. Y va por más, expandiendo el negocio, no sólo en Argentina, sino también en el exterior, llegando a países como Colombia, Perú, Uruguay, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Rusia.
El lanzamiento de los productos a nivel nacional tuvo lugar la semana pasada, en Rosario, donde se dieron cita más de cuatrocientos integrantes de la Red Comercial Nova de Córdoba, Santa Fe, Entre ríos, San Luis y Norte de Buenos Aires.
La estrella de esta campaña es Eximia TPC, “una nueva tecnología que permite realizar un tratamiento profesional de las semillas de soja a campo, realizando el curado de la semilla hasta 25 días antes de la siembra de una manera rápida y sencilla con el equipamiento que el productor utiliza habitualmente para efectuar esta labor”, explicó el Ing. Oscar Novello, gerente del Departamento Técnico de Nova.
Con este amplio portafolio, la empresa avanza, siempre con la mira puesta en aportar soluciones superadoras al productor agropecuario. “Nuestros clientes, que confían en nuestra producción, son nuestro mayor capital”, sostuvo Carlos Piva, titular de la empresa de Cañada de Gómez.
Formar precio, un deber del productor
Entre los asistentes a la charla que brindó la Bolsa de Comercio de Rosario
sobre “el rol del productor en la formación de precios en el mercado de granos”
se destacó el presidente de Federación Agraria Argentina Eduardo Buzzi. Tras
escuchar al secretario de la entidad Juan Pablo Galleano, quien en un momento
afirmó que “la cuotificación del mercado que implican los permisos de
exportación derivaron en una cartelización” de la plaza local, el dirigente
consultó si en la Bolsa tenían cuantificado el perjuicio al productor. “Se puede
calcular”, le respondió Galleano y se excusó de dar un número cierto; aunque
luego arriesgó que “en trigo y maíz durante los últimos 5 años se puede hablar
de u$s20 a 50 dólares por tonelada”.
El eje de la cita era destacar la importancia de que los chacareros registren
sus operaciones de venta en la Bolsa cómo forma de colaborar a la formación de
un precio representativo. Lo contrario, por ejemplo, sería venderle directo a
los exportadores, que además están creciendo con acopios propios en el interior
del país. Al respecto, el directivo comentó que “hay una disminución muy
significativa de los contratos registrados”, que sólo alcanza “el 50% de las
ventas”. Sin embargo, buena parte de los contratos no son formadores de precios
por tratarse de forward o a fijar. “Apenas el 15% se generan en la rueda
disponible”, indicó Galleano, y agregó que “antes sólo 10 o 15% eran contratos a
fijar, pero ahora suman el 40%”.
Sobre la expansión de grandes cerealeras con acopios propios, Buzzi consideró: “es nocivo que exista un sistema de creciente presencia en los territorios de plantas de silo de empresas multinacionales que compran directamente y no pasan por la Bolsa; si se impone y se generaliza desaparecen todos los mercados de referencia”.
La nación prepara un dictamen sobre distancia mínima para agroquímicos
Sólo una figura política del gobierno nacional asistió a la inauguración del
congreso: el Secretario de Agricultura Lorenzo Basso. Tras una breve alocución
de cierre, respondió preguntas de la prensa y reveló que próximamente desde la
cartera agrícola emitirían un dictamen sobre distancia mínima respecto de
centros poblados para el uso de agroquímicos. “Estamos a punto de emitir un
juicio de valor de cual es la distancia mínima de fumigación, en función del
tipo de aplicación (terrestre o aérea) y el tipo de producto”, dijo, y explicó
que se busca “fundamentar con bases técnicas las decisiones políticas”.
Se trataría de una orientación para que en provincias, municipios y comunas
tengan un mismo criterio para regular la actividad. “Lo que se hará,
probablemente, es enviar esto al Congreso para que se incorpore en una futura
ley de agroquímicos; y, más allá de eso, difundirlo rápidamente para que los
intendentes y consejos deliberantes sepan a qué atenerse cuando emiten una
resolución determinando un área límite de fumigación, porque no todos los
productos son iguales y los sistemas de aplicación tampoco”.
El funcionario también agregó: “si nos guiamos por las Buenas Prácticas Agrícolas, que debería guiar a todos los fumigadores, y manejamos el tema de la receta archivada en la venta de productos, perfectamente esas distancias que en algunos casos han sido arbitrarias pueden llegar a reducirse en función del tipo de producto”.
Basso comentó que la comisión “de expertos” (Inta, Senasa, Aapresid, Aacrea y organizaciones de pulverizadores) comenzó a trabajar a fines del año pasado y en su inminente dictamen enumeraría cada producto con una distancia mínima para cada uno. “En Alemania -explicó- hay productos que se aplican hasta a un metro de una población; con lo cual no hay que generalizar”.