Como si algún otro factor negativo le faltara a la campaña del trigo, la aparición de un hongo provoca que la calidad del cereal en la última campaña sea la peor de los últimos 10 a 15 años.
Esta circunstancia agrega un factor más de incertidumbre al abastecimiento del mercado, más aún cuando, en un contexto de una oferta ya restringida, en las últimas semanas el Gobierno acaba de recortar de 9 a 8,5 millones de toneladas la cosecha del cereal.
Como consecuencia de las abundantes lluvias de la primavera pasada, en amplias regiones de Santa Fe, Entre Ríos, el norte bonaerense y en algunos lugares del sur de Buenos Aires aparecieron enfermedades que afectaron el cultivo. Pero una fue particularmente letal: el F usarium, un hongo que también es tóxico para el consumo humano.
Fue tal su virulencia que en regiones del centro y el norte bonaerense ocasionó pérdidas en el rendimiento del 50% o más. Es una de las enfermedades de más difícil control, según contó a LA NACION Marcelo Carmona, especialista en fitopatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
Además, la presencia del hongo se convierte en riesgo para el consumo humano,
ya que si se muele trigo con alta presencia de F usarium, éste pasa a ser parte
de la harina y de los productos que se hagan con ella. "Este hongo es tóxico
para el consumo humano. Genera toxinas, siendo la de mayor importancia una
vomitoxina llamada deoxinivalenol (o toxina DON). El consumo de este tipo de
toxina puede conducir a la pérdida de peso, vómitos, diarrea, anemia y otros
síntomas", advirtió Daniel Miralles, docente e investigador de la cátedra de
Cerealicultura de la Fauba, en diálogo con el programa Sobre la Tierra, que se
emite por Radio UBA.
Para Miralles, la calidad que se obtuvo en la campaña pasada "debe haber sido la peor de los últimos 10 o 15 años" debido a las enfermedades provocadas por las fuertes lluvias en el cultivo.
El problema es que en la actualidad no se sabe cuánto trigo puede estar afectado por F usarium y en qué porcentaje. "Es un factor que afecta el volumen de granos aptos para molienda", admitió una fuente de la cadena del trigo.
En este contexto, según contó un industrial molinero, los molinos reciben el trigo de acuerdo con los estándares oficiales de comercialización que permiten un máximo de granos dañados del 3 por ciento. Así, suponiendo que los granos dañados fueran sólo por F usarium, el máximo a recibir sería 3 por ciento. Lo reciben y lo mezclan con un cereal mejor para hacer un producto panificable. Si sobrepasa ese porcentaje, pasa a ser considerado trigo fuera de estándar y no utilizable.
"Mi estimación son 500.000 toneladas fuera de estándar", calculó Javier Buján, de Kimei Cereales. Si ése fuera el número, y considerando que de acá al ingreso de la cosecha haría falta moler 2,5 millones de toneladas, se pondría en apuros el abastecimiento interno.
Por lo pronto, desde los molinos sostienen que no reciben el trigo con alto nivel de F usarium. Y explicaron: "El control del producto final lo realizan las autoridades bromatológicas jurisdiccionales mediante el control del producto terminado, que debe ser adaptado a las exigencias del Código Alimentario Argentino (establecido en el marco del sistema de vigilancia del Instituto Nacional de Alimentos).