Para la Real Academia Española, un mito es una cosa a la que se le atribuyen cualidades o excelencias que no tiene, o bien una realidad de la que carecen. Esta definición bien podría valerle al famoso pan de $ 10, que sólo se pudo encontrar en 2 de cada de 10 panaderías, según relevó Clarín en Capital Federal y GBA.
El domingo se cumple un mes del arranque del acuerdo del Gobierno con la industria molinera para ofrecer el pan felipe a $ 10, la última medida del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, para combatir la inflación que no reconoce, luego de que el miñón y la flautita (lo más vendido) alcanzaran los $ 20. Hasta la subsecretaria de Defensa del Consumidor, María “Pimpi” Colombo, dio la receta para amasar “milonguitas” caseras. Según se había informado, el Pan para Todos estaría en todas las panaderías, pero se lo encuentra en muy pocas, incluso temprano.
Según un relevamiento de este diario en más de 30 panaderías, sólo en 2 de cada 10 se halló esta variante pan. Se la encontró en un local de San Cristóbal, otro de Barracas, tres en Pompeya y dos en Avellaneda. En tanto, en los negocios relevados en Palermo, Belgrano, Barrio Norte, Recoleta, Chacarita, Caballito, Parque Patricios, Lanús y Olivos, entre otros, no la vendían. En la mayoría de las panaderías comentaron que los molinos no los abastecen de la harina subsidiada para fabricarlo. Y los pocos que sí los venden aseguran que al final del día terminan regalando el pan o rayándolo, ya que los consumidores no lo compran.
Desde El Cañón, en Caseros y Sáenz, aseguraron que no tendrían problema en cooperar una vez que reciban la harina con el subsidio. Allí, cada bolsa de harina se abona cerca de $ 300, el doble de lo que costaría la subsidiada. “Supuestamente para poner a ese precio el Gobierno iba a mandar a las panaderías una harina de $ 150, pero a mí jamás me llegó”, manifestó la dueña. Elena, de Isis, en Barracas contó que tampoco les llegó la harina: “Averigüé por la zona y estamos todos iguales: nadie vende el pan barato”.
El titular de la Federación Industrial de Panaderos bonaerenses, Emilio Majori, intentó darle una explicación al faltante de la promoción. “Hay dos lecturas referentes a este tema. La primera tiene que ver con que para obtener la bolsa de harina a $ 150, el panadero tiene que ser cliente del molino que forma parte del acuerdo. Y segundo, se lo atribuimos a la zona o la clase social que rodea a esa panadería, la mayoría está en los barrios más pobres”, expresó Majori, que agregó un dato significativo: por año se consumen 70 kilos de pan por habitante.
En El Parque, de Río de Janeiro 935, el cartel pegado detrás del mostrador anuncia el acuerdo, pero con una condición: “Pan hasta 5 piezas $ 10 el kilo. Hasta las 10 de la mañana”. Luis, el encargado, aclara que “el horario tiene que ver con la obligación de producir. Después de las 10 de la mañana no vamos a sacar más ese estilo de pan. Si sobra, se vende”. Pero revela: “Los argentinos están acostumbrados a almorzar y a cenar con pan francés, que es más crocante. El felipe tiene más miga, y son muy grandes”. Este es otro de los problemas con los que se encontró el “pan para todos”: la gente no lo quiere. Como sucede con los clientes de Compostela, que Manuel Rey atiende hace 12 años en Mitre 1885, Avellaneda. “Lo tenemos, pero no vendemos casi nada. Del pan común cocino 100 kilos por día y lo vendo casi todo, y del bonificado sólo hago 6 y vendo dos o tres como mucho”, contó Manuel.