Pareciera que todos quieren adueñarse de la palabra sustentabilidad: los ecologistas, los que odian a las multinacionales, la izquierda, los verdes, los contrarios de la minería, los nostálgicos, los que quieren preservar el ecosistema, y los que aman la naturaleza. Todos la utilizan con buenas intenciones, pero asignándole un sentido bucólico alejado del significado transaccional que encierra porque consideran que precisamente éste es el culpable de la destrucción del mundo.
Desde que el hombre irrumpe en la tierra con inteligencia, comienza a ser el responsable del equilibrio del mundo por ser el que tiene la capacidad de arreglar los problemas de manera racional. Anteriormente todos y en la actualidad los animales inferiores arreglan los desequilibrios mediante la fatalidad, si no hay comida, la mayoría muere de hambre, entonces se recuperan los recursos naturales y comienza otro ciclo de reproducción.
La sustentabilidad aplicada a todas las actividades encierra la transacción como principal fundamento, el hombre por no ser alimento de ninguna otra especie desequilibra al mundo y mientras siga creciendo la población está obligado a acelerar los procesos naturales de producción de alimentos hasta que se armonicen totalmente con el crecimiento objetivo que todavía está bastante lejos de alcanzar.
Esto deja en claro que el hombre, sin culpa, es el problema, pero toda la humanidad, no solamente los liberales, los comunistas, los católicos, los musulmanes, los mineros, todos, los malos y buenos también.
El hombre fue evolucionando y en la medida en que se alejaba de su condición primitiva, fue extrayendo cosas de la naturaleza para su protección, como casas y abrigos, que luego quedaban por mucho tiempo fuera del reciclado natural. Esto es lo que obliga al hombre a ofrecer algo a cambio y este aporte es el de su inteligencia que, aplicada a la producción de bienes, termina pagando la cuenta.
La sustentabilidad y los negocios son inseparables porque la sustentabilidad es una transacción de intercambio, la naturaleza en las plantas cambia nitrógeno por fósforo y a la vez entrega carbono que toma del aire, estos son los ciclos de los elementos que circulan naturalmente, pero algunos, como el fósforo, son consumidos por el hombre en los granos y frutos y relocalizados de manera que naturalmente no pueden volver al circuito.
Los que pretenden la sustentabilidad sin negocio no ven al hombre como tal sino que tienen una visión del hombre como Bambi y eso sólo pasa en el cine. La sustentabilidad es necesaria en todos las actividades, desde las más insignificantes hasta en la economía de un país entero. Si sus cuentas son deficitarias el más feliz de los modelos tiene fecha de vencimiento.
Volviendo al ejemplo del fósforo, se sabe exactamente cuanto de este elemento viaja en los granos que son exportados a otros países lejanos y consumidos por sus habitantes que a la vez los eliminan en sus deyecciones, terminan seguramente en el mar.
Aquí la intervención del hombre es inevitable para subsanar este problema primero extrayendo el mineral de las minas que también algún día se agotarán, entonces, habrá que buscar la manera de rescatarlo del fondo del mar para que siga circulando. En general los animales saldan su cuenta final cuando entregan la osamenta, pero al hombre no le alcanza con entregar su cuerpo, inexorablemente debe aportar su ingenio para hacer sustentable su presencia. No hay mundo ni vida sin negocio.