A la entrada de Progreso, en el establecimiento “El Solito”, los hermanos Adrián y René Zenclussen explotan el tambo familiar con la consigna permanente de la eficiencia: los 29,5 litros de promedio diario que obtienen de un lote de 295 vacas lo comprueba. Además, participan de un grupo de picadores y una agrupación con sede en dicha localidad, dedicada a la siembra y roturación de suelos.
“La rutina arranca bien temprano, a las 4,30 con el primer ordeño del día, el que termina a las 7”, relata Elvio Reynheimer, tambero y cuñado de los Zenclussen. “Luego sigue con la limpieza exhaustiva de las instalaciones para regresar al plantel de vacas a la sala de ordeño a las 15, hasta las 18,30 aproximadamente”, agrega. Vale la pena agregar que la misma cuenta con 16 bajadas y una moderna extractora automática de pezoneras, contrarrestando con el viejo galpón donde trabajaban sus padres.
En cuanto al manejo alimenticio, la apuesta de “El Solito” pasa por la calidad, por lo que el trabajo del míxer es vital, a cada hora del día. Buscando al aporte justo de granos y el consumo obligatorio de fibras, reparten la ración en expeller de soja, maíz, silo de maíz y alfalfa, y rollo de moha. A nivel micro, la dieta se completa con vitaminas, minerales, sales y núcleos. Sin embargo, como en la mayoría de los tambos de altas producciones, allí también ocurren demasiadas pérdidas por descartes o muertes de vacas adultas.
Por eso, decidieron apostar a un trabajo combinado con el grupo de veterinarios que los asesora, que implica aplicar un manejo diferenciado para el grupo de vacas en los momentos previos y posteriores al parto, que permita amortiguar los efectos de la inmunodepresión del momento.
Como primera medida, el equipo planteó el armado de un sistema de monitoreo, que permita poner atención a las vacas un mes antes de parir y un mes después, etapa en la que se enferma o descarta el 90 % del rodeo. “Fue así que le propusimos un programa de manejo de las vacas en transición; llevamos 7 meses y los resultados son muy alentadores”, se entusiasma el Médico Veterinario Alejandro Colombo, coordinador del grupo.
Vacas sanas producen más
Desde el vamos acordaron los objetivos: lograr el mejor estado de salud posible
para que las vacas de alta producción expresen todo su potencial en litros
cuando estén en el pico de la lactancia. La propuesta, según la nueva forma de
relacionar salud y producción, consiste en dar de comer a las vacas exactamente
lo que necesitan, y que sus etapas más traumáticas las desarrollen en el
ambiente más confortable posible.
Las trabas para lograrlo, se encontraban en las enfermedades con las que conviven la mayoría de los rodeos lecheros de alta producción. En “El Solito”, el alto porcentaje de vacas caídas, retenciones de placenta y endometriosis, además de gran cantidad de animales perdidos por muerte o descarte, ya eran un dolor de cabeza.
Pero para lograr el objetivo, lo más difícil era “cambiar la cabeza”. Concluyeron entonces que el diagnóstico ya es tarde, y por eso decidieron adelantarse, en un trabajo concreto de prevención sanitaria.
“El tambo moderno exige instaurar una serie de medidas con el propósito que las vacas no se enfermen. Está claro que una vaca afectada de alguna de las patologías del periparto aporta muy poco al sistema en litros y en pesos, ya que se encuentra metabólicamente imposibilitada de expresarse”, explica Colombo a Campolitoral, quien agrega que las patologías más comunes en estas situaciones se completan con distocias, retenciones de placenta, hipocalcemias, endometritis, acidosis ruminales, cetosis, torciones de abomaso y pododermatitis.
Cuestión de estado
“Cuando ingresamos a esta empresa nos encontramos con estados muy dispares. Hoy
hemos logrado mejorarlo, y estamos con menos casos clínicos en el rodeo de
frescas, ingresando al lote de alta producción en mejores condiciones de
producir, y eso se está expresando en el tanque”, dice Emiliano Kreczmann, otro
de los asesores del equipo.
Para ambos, el momento para empezar a trabajar es el día del secado, buscando siempre estados corporales óptimos (3,5 de promedio), para que las vacas no estén ni muy flacas ni muy gordas. “Me acuerdo que estaban tan gordas que en un momento no entraban al corral”, nos cuentan los Zenclussen. Es que en su afán productivista, se habían “pasado de rosca”. Y vacas gordas como consecuencia de lactancias largas por malos índices productivos significan problemas. A partir de ahí, para contrarrestar el alto número de caídas, el nutricionista del equipo, José Prai, detectó los puntos flacos a mejorar, revirtiendo rápidamente la situación.
¡No te calentés!
Tal vez, el indicador más significativo del protocolo, pasa por la temperatura
del animal. “Cinco días antes, vacas que bruscamente bajaron su producción
padecieron días después tal o cual patología, y si analizamos el consumo de
materia seca también veremos que una vaca deja de comer mucho antes de que la
observemos enferma. Esto quiere decir que la vaca nos avisa con señales de
alerta que no esta atravesando de la mejor manera aquel pasaje desde no lactante
y preñada a vacía y en producción”, explica Colombo.
Según el protocolo, las vacas recién paridas son revisadas todos los días (por quince días) en busca de la aparición de estas señales, ya que ellas avisan el ingreso de la patología y el alejamiento de las posibilidades de un buen pico de lactancia y de las posibilidades de volver a preñarse.
Ventajas
Detrás de le eficacia de la técnica no se esconde otra cosa que un buen equipo
de trabajo, bien capacitado y mejor estimulado. “Debemos formar gente para que
esté capacitada en el control de frescas. Todos los días debemos analizar temas
como la actitud de la vaca; el consumo de materia seca; el llenado de la ubre;
la consistencia de la materia fecal; la apariencia del abdomen; la frecuencia de
rumia, etc. Toda esta información se vuelca en planillas, y “cuando se enciende
alguna de estas señales de alerta, se aplica un rápido tratamiento”, dicen los
veterinarios.
Para ellos y el tambero, la ventaja de este diagnóstico precoz es que al no estar la enfermedad en un estado tan avanzado, hay más posibilidades de cura. Si una vaca transita sus primeros 14 días monitoreada y no habiendo manifestado síntomas, es dada de alta y abandona el lote de frescas para pasar al lote de alta producción.
“Hay que comprender la importancia de poder contar con información, por eso que debemos plantearle a la gente una forma sencilla de recopilar información. Está claro que sin información, es imposible”, destacan.
Según los Zenclussen, el protocolo permitió que las vacas tuvieran mejores partos y también un mejor tránsito por esta etapa. Según los profesionales que los asesoran, con todo esto más algunos análisis complementarios (como la determinación de a qué antibiótico son sensibles las bacterias que infectan los úteros, la medición del nivel de cuerpos cetónicos y otros), “hoy podemos contar con suficiente información a tiempo para tratar a las vacas antes de lo que habitualmente se hacia y no tan a ciegas”.
Lo cierto es que en “El Solito”, mantener la eficiencia implicó la implementación de un nuevo esquema mental, trabajo en equipo, capacitación y compartir la información. “El tambo evolucionó”, dicen los Zenclussen, quienes pasaron de producir 1.500 a 8.300 diarios en 15 años. Y en esa evolución, la especialización veterinaria es cada vez más necesaria, adaptándose el profesional a un trabajo interdisciplinario en equipo. Como el que implementan en “El Solito”, bien a la entrada de Progreso.