La producción agrícola argentina venía con un crecimiento anual que se estancó a partir de 2007 por la alta carga tributaria y las distorsiones propias del mercado, incluyendo el cambiario. Así lo indicó Ezequiel de Freijo, analista del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, en una jornada realizada ayer la 127 Exposición Rural. Según su visión, el Estado, en todos sus niveles, se queda con no menos del 74% de la renta del productor. Hasta septiembre, el productor trabaja para pagar impuestos, y luego le quedan tres meses de ganancia, aseguró.
En su informe, Freijo demostró que el campo paga más de 20 impuestos directos, de los cuales el Estado recibe 12, las provincias seis y los municipios tres. De todas las cargas impositivas, las que más pesan son las retenciones a la exportación, impuesto del cual el gobierno nacional se queda con el 60%.
En paralelo, el trabajo asegura que el campo paga 58% más impuestos que otras actividades en términos de PBI. La producción primaria genera el 9% del PBI y aporta el 14% de los impuestos, una relación de 1,5%, mientras que el resto con el 91% de generación del PBI aportan el 86% de los impuestos, una relación de 0,9%.
Según Freijo, se trata de uno de los motivos fundamentales por los que la producción en 2007 fue de 95 millones de toneladas y la actual, según estimaciones privadas, de 98,5 millones.
La semana pasada, la presidenta Cristina Fernández anunció una cosecha récord de 105 millones de toneladas, con diferencias respecto de los cálculos privados, en especial en maíz, donde el Gobierno calcula 32 millones de toneladas contra 27 millones del sector privado.
Además, Freijo señaló a los controles a las exportaciones de cereales (maíz y trigo), como otra causa del estancamiento.
Por su parte, el economista Orlando Ferreres coincidió con que existe una alta presión tributaria a los sectores productivos. En términos de gasto público, dijo que desde 2007 se desbocó y está muy por encima de lo deseable.
Al comparar el gasto público consolidado con el gasto público que llamó sustentable aseguró que el primero será en 2013 de u$s 260.000 millones, contra u$s 105.000 millones que son lo que el Estado podría gastar según sus ingresos. Esto implica que los impuestos no alcanzan para cubrir el gasto. Por eso, predijo que el Estado seguirá financiándose con préstamos nacionales, de la Anses y con las reservas del BCRA.
A la carga tributaria, Ferreres le sumó el desincentivo del tipo de cambio. También ve una transferencia del campo a otras industrias con menor peso exportador. La balanza comercial del agro arroja un saldo favorable de u$s 51.000 millones, contra un rojo de u$s 38.000 millones de la industria por el alza importador. Actualmente, el dólar agrario, incluyendo el peso de las retenciones, es de $ 3,55 lo que le resta competitividad a un sector que, de todos modos, por sus características innatas, sigue produciendo, se{un coincidieron ambos analistas.