Lo hacía, siempre, a última hora. Y los dejaba junto al jefe, en el propio despacho presidencial. Me lo contó el sindicalista Ricardo Cirielli y también un ex ministro de Kirchner, quien todavía sigue vinculado al Estado, pero en un área de menor importancia política.
Lo consigné en El Dueño, en noviembre del año 2009. A las grabaciones de las conversaciones todavía las conservo en mi poder, para evitar que mañana los denunciantes se transformen en arrepentidos. ¿La jefa de Estado lo ignoraba? La fortuna de Néstor y de Cristina creció un 158 por ciento, de 18 a 46 millones de pesos, en apenas un año. Para ser más precisos entre 2007 y 2008, el año en que Kirchner le entregó la banda presidencial a su esposa. Tuvieron que viajar cuatro altos directivos de la AFIP desde Buenos Aires hasta la oficina del contador de Néstor en Río Gallegos, el martes 23 de abril de 2009, para corregir las inconsistencias que presentaba su declaración jurada. Una tarde, Cristina le pidió a Martín Redrado, entonces responsable del Banco Central, que escuchara los consejos del ex presidente.
Néstor conoce mucho de economía. El maneja nuestras inversiones y sabe cuando entra y cuánto sale. La Presidenta, en su momento, le habría pedido a su marido que se sacara de encima a Jaime. Nunca lo soportó. Al principio, en los años noventa, porque era el funcionario con quien salía a divertirse y jugar unas fichas de Casino en un hotel de Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz. Después, porque no le gustaban sus corbatas. O mejor dicho: su constante ostentación. A Ella, y también al ex jefe de gabinete, Alberto Fernández, que cada tanto pedía su cabeza, Néstor les decía:
No hay nadie que haga el trabajo mejor que él. No tengo reemplazo. Jaime se tuvo que ir el primero de julio de 2009, después de la derrota electoral de las legislativas y cuando las denuncias en su contra arreciaban y desde Comodoro Py le adelantaron que no iban a poder protegerlo, como sí lo hacen con el ministro de Planificación Julio De Vido. Todas estas escenas pueden hacer suponer que la Presidenta no avalaba las prácticas de su marido. Sin embargo, se beneficiaba con ellas. Desde el punto de vista económico y también político.
Y su manera de procesar los hechos también la hace responsable. Si Ella sabía cómo operaba Jaime ¿por qué jamás lo denunció? El propio ministro de Interior y Transporte Florencio Randazzo dijo, en público, que durante su gestión se hizo un poco más que desde 2003 hasta que asumió. ¿Por qué la Presidenta, entonces, no lo reconoce? Jaime es responsable político y funcional de las catástrofes del Sarmiento y del desastre de todo el transporte público. Subsidios millonarios con retornos para los funcionarios que hacían la vista gorda.
Declaraciones juradas de kilómetros recorridos y gas oil utilizado por parte de dueños de colectivos a los que nadie se encargaba de auditar. Prácticas corruptas, ostentosas y burdas. Desde el pago de pasajes en vuelos privados para viajes de placer hasta la vaquita para comprar un avión privado y un barco. Desde el pago del alquiler de un departamento sobre la avenida Libertador hasta pedidos de nene caprichoso a los empresarios del transporte que dependían de su firma. Un día Jaime llamó al asesor de uno de ellos para sugerirle que junte a sus colegas, haga una vaquita y le regalen un vehículo que le encantaba. Se trataba de una camioneta Volkswagen Touareg. La camioneta le habría sido entregada en tiempo y forma.
Pero Jaime se la habría querido enviar de vuelta. Decía que le faltaba el GPS y que él no la manejaría sin ese accesorio. Le tuvieron que explicar que el modelo original venía sin GPS y que si quería le mandaban uno para que se quedara tranquilo. Así de promiscua era la relación entre Jaime y los concesionarios a quienes debía controlar. Es probable que su compañero de toda la vida, a Cristina, no le revelara algunos pormenores. ¿Pero durante cuánto tiempo pudo seguir ignorándolo, después de su muerte, en octubre de 2010? Dos ex ministros que todavía forman parte del Frente para la Victoria me contaron que, días después de la desaparición física de Néstor, Cristina llamó a hombres de negocios considerados K para saber toda la verdad sobre el vínculo que tenían con su marido. Además me contaron que Ella había sido inflexible. Que les había dicho algo así como: conmigo se acabó la joda. Pero la joda ¿se acabó de verdad?
A Cristóbal López le pidió que se haga cargo del multimedios que poseía Daniel Hadad. A Lázaro Báez, en los hechos, lo sigue protegiendo, a través de sus jueces amigos, y financiando, a través del Banco Nación. Por otra parte, los argumentos políticos que presentan para defender al vicepresidente Amado Boudou de las acusaciones judiciales son parecidos a los que utilizaba Carlos Menem cuando se denunciaba a sus ministros, sus secretarios y sus hombres de confianza. Si entregamos a Amado vienen por Cristina, me explicó un ministro que no banca al vicepresidente.
¿Es por eso que el gobierno nacional quiere descabezar y debilitar a la Corte Suprema de Justicia? ¿Es por eso que renueva su embestida contra Clarín? Cristina tuvo la oportunidad de parecerse a Dilma Rouseff y así pasar a la historia como una Presidenta que lucha contra la corrupción. ¿No lo hizo porque cree que todo es mentira o para no manchar la memoria de su compañero? ¿Teme solo perder las elecciones o tiene miedo, además, de pasar sus próximos años deambulando por los pasillos de Comodoro Py?