El girasol chaqueño se enfrenta al desafío del primer millón. Es la meta que propone ASAGIR (Asociación Argentina del Girasol) para la producción de esa oleaginosa en el NEA. Con la mira en ese objetivo, la Asociación organizó una jornada en Charata de la que participaron productores y técnicos de la región. Trabajando en grupos debatieron los temas propuestos por los cuatro talleres que abordaron algunas de las cuestiones críticas ligadas al cultivo.
Luis Arias –presidente de ASAGIR- comentó que “La realización de la jornada en el Chaco no es casual. Los productores de esta provincia vienen de años con resultados magros en otros cultivos y buenos en girasol, con lo cual la expectativa sobre el área girasolera de la próxima campaña es buena y creo que el cultivo podrá alcanzar las 400 mil hectáreas si se dan las lluvias necesarias. Por otro lado, la producción chaqueña es importante para toda la cadena, ya que es la primicia del cultivo en el país y desde diciembre comienza a abastecer a la industria”.
“Creemos que la región todavía tiene bastante para crecer en materia de rendimientos girasoleros –agregó Arias- en la medida que se realicen algunos ajustes tecnológicos, es por esto que en los talleres de la jornada se trató todo lo referido al manejo del cultivo, desde el sistema de labranza hasta las fechas de siembra y la fertilización. Pero una de las limitantes que está frenando esa adopción de tecnología es la actual situación financiera del productor y el elevado nivel de retenciones a las exportaciones (30%) que tiene el aceite, que es la forma en la que se exporta prácticamente la totalidad de esta oleaginosa”.
El primer taller de la jornada estuvo a cargo del Licenciado Jorge Ingaramo, que después de mostrar las perspectivas económicas del girasol coordinó el trabajo de los grupos que formaron los asistentes. La premisa sobre la que se generó el primer debate fue: ¿Cómo fue la rentabilidad del girasol en las últimas 3 campañas y hasta dónde colaboró con las finanzas de la empresa? Las respuestas coincidieron en que la rentabilidad del cultivo fue de buena a muy buena, dependiendo de la ubicación geográfica del lote, dado que las lluvias de la región suelen diferir por sectores y pocas veces se presentan en forma generalizada. Los asistentes indicaron que el girasol fue el cultivo que en las últimas campañas “salvó las papas”.
Luego se planteó el debate sobre si la rentabilidad de los años anteriores era una buena razón para sembrar girasol y si era suficiente en el caso que otros cultivos tengan mayor margen. Las respuestas fueron afirmativas, en cuanto a que la historia reciente era una buena razón para la siembra a la vez que la mayor estabilidad de rendimientos del girasol frente a otros cultivos aconseja incluirlo en el programa de siembras. “Es como tomar un seguro”, fue uno de los comentarios. Uno de los grupos señaló que aunque el margen es pequeño sirve como recurso financiero que colabora con la marcha del establecimiento, dado que el aporte de su cosecha llega para fin de año.
El último debate de ese taller estuvo referido a la tendencia que seguirán las siembras de girasol de la campaña 2013/14 frente a las anteriores. “Creemos que la superficie aumentará este año”, dijeron la totalidad de los asistentes. La coincidencia estuvo basada en que en la última campaña el girasol mostró el mejor comportamiento frente a las fallas de los cultivos de soja, maíz y algodón.
En el segundo taller, que empezó a desmenuzar los temas referidos al manejo del cultivo, Adrián Rovea se refirió a las fechas de siembra. El asesor CREA indicó que “Con las fechas de siembra apuntamos a definir en qué momento caerá el período crítico del cultivo y para esto lo que se debe tener en cuenta son los balances hídricos. En el Chaco, la mayoría de los meses se presenta un balance de agua negativo, que sólo se hace neutro o positivo en marzo y abril. Lo que cambia frente a un año Niño, Niña o neutro es la cantidad de lluvias de octubre a diciembre. Las siembras tempranas, que se realizan en agosto, en un año Niño tienen en noviembre y diciembre un balance casi neutro que coincide con el período crítico del cultivo, pero en el resto de los años el balance será negativo deteriorando los rindes. Por lo tanto, el primer factor a definir para la siembra del girasol en los ambientes del Chaco es la cantidad de agua almacenada”.
“El segundo factor es el tipo de suelo –agregó Rovea-, en la región tenemos suelos muy buenos con alta capacidad de retención de agua y otros que son buenos pero con alto contenido de sodio que lleva a una mayor probabilidad de estrés hídrico. A esto se suma el estrés térmico, cuya probabilidad de ocurrencia en la región es muy alta a partir del 1º de diciembre, provocando una merma en el número de granos y pérdidas en la calidad y cantidad de aceite. Por lo tanto, en los ambientes con estas restricciones vemos como alternativa las siembras de enero, para que el período crítico caiga en febrero – marzo, es decir con mayor probabilidad de lluvias y menor efecto del estrés térmico”.
Precisamente el debate que siguió estuvo referido a la armonización entre el clima, el suelo y el cultivo. En la búsqueda de la mejor combinación, uno de los grupos planteó que es recomendable trabajar con bajas densidades de siembra si se sospecha que se puede llegar a situaciones de escasez hídrica. En forma generalizada, los grupos señalaron que la siembra debe realizarse sólo si hay agua en el perfil del suelo, para asegurar el desarrollo del cultivo, y en superficie para asegurar el stand de plantas y una emergencia pareja.
Respecto del paquete tecnológico que utilizarán en la campaña girasolera 2013/14, los asistentes señalaron que habrá desde cultivos realizados con baja utilización de insumos hasta otros con elevado nivel tecnológico, con productores que por ejemplo monitorean los niveles de nitrógeno y fósforo en el suelo llegando a casos que aplican 150 kg/ha de urea, con rendimientos muy altos, de hasta 3.300 kg/ha. Todos los asistentes reconocieron que los rendimientos crecen al mejorar el nivel de insumos empleados, por ejemplo con mayor uso de fertilizantes, pero que la limitante para esas inversiones es el déficit financiero.
En el tercer taller se plantearon el resto de los factores ligados al manejo del cultivo de girasol que permitirían llegar a 1 millón de toneladas en el Chaco. Allí tuvieron una participación destacada Enzo Locinzky y Martín Matesa, de la regional Sáenz Peña de Aapresid, al debatir sobre la labranza convencional versus la siembra directa. Comentaron que la siembra directa los ayuda a acumular agua en el perfil del suelo, precisamente una de las principales limitantes que enfrenta el cultivo en esa región, por lo tanto no encuentran inconvenientes para la siembra aún cuando la humedad está por debajo de los 10 a 12 centímetros.
Locinsky comentó que “No es sólo la siembra directa la causa de los buenos
resultados que obtenemos, también se debe a todas las buenas prácticas que la
acompañan, como el manejo de malezas, la rotación de cultivos, la alternancia de
insecticidas y herbicidas, es decir todo un paquete de tecnologías que colaboran
para aumentar los rendimientos y darles mayor estabilidad”.
Los grupos de asistentes coincidieron en las bondades de la siembra directa,
entre las que enumeraron el ahorro de combustible, el mejor aprovechamiento del
agua y los mayores rindes que se obtienen después de algunos años de sembrar en
directa.
Una de las grandes preocupaciones de los productores de girasol son las pérdidas provocadas por aves, fundamentalmente palomas y cotorras. El tema fue abordado en el cuarto taller por Sebastián Zuil y Daniela Vitti Scarel, de la EEA INTA Reconquista. Los técnicos generaron el debate sobre posibles situaciones a las que se deben enfrentar los productores de la región y de esa forma llegaron a las acciones que permiten reducir los daños por esta causa. Entre ellas se encuentran: la siembra de híbridos “inclinadores” -con capítulos decumbentes-, girasoles estriados -que serían menos preferidos por las palomas-, la reducción de la densidad de siembra para que por mayor peso y número de granos crezca el efecto palanca llevando a una mayor inclinación del capítulo y, entre otras prácticas, remarcaron la necesidad imprescindible de realizar el monitoreo de los lotes. También se analizó la inclusión del girasol confitero como una alternativa para hacer frente a las aves, considerando que el tamaño del grano no lo ubica entre sus preferidos.