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El especialista Carlos Oddino brindó, durante el III Congreso Provincial de Ingenieros Agrónomo, dos visiones sobre las tendencias que se imponen en la lechería mundial: por un lado, el irreversible proceso de concentración económica que en casi todos los países del mundo se traduce en un crecimiento de la producción con menos establecimientos; y, al mismo tiempo, la intensificación -mas litros por hectárea- que deberán implementar las empresas que quieran resistir esta tendencia.

En su disertación, el ex asesor del Departamento de Extensión de La Serenísima, trazó un diagnóstico ajustado de la lechería argentina. “Para competir con la soja se precisa producir 10.000 litros de leche por hectárea y el promedio nacional es de 6.000 litros”, dijo, y explicó que a ese número sustentable se puede llegar de distintas maneras pero lo importante es no dar golpes de timón, como pasar sin escalas de un esquema pastoril a uno estabulado.

Litros por hectárea
La base del razonamiento es el crecimiento del precio de la tierra -que se refleja en los alquileres- y el encarecimiento de los costos. “En 2002, cuando la hectárea valía $6.750, la inversión necesaria por hectárea era de $16.200 sobre lo que una renta del 5% implicaba ganar $810. Hoy la inversión es de $77.000 y ese 5% deseable son $3.885; para conseguirlo se necesita producir entre 10.000 y 12.000 litros por hectárea”. Unos de los ejemplos que citó para entender el impacto de los alquileres -sólo el 31% de los tambos argentinos produce únicamente en tierra propia- es el encarecimiento que generaron en el costo del kilo de Materia Seca por hectárea (MS/Ha), que en el caso de la alfalfa pastoreada creció de 25 a 60 centavos desde el comienzo de la década pasada.

Frente a esta situación, indicó que el objetivo es aumentar simultáneamente la carga animal y la producción individual. “La clave de los próximos años es lograr mayor cantidad de MS/Ha, por eso hay que pensar como agricultores”, afirmó. “En cambio, “los sistemas de baja carga y baja producción individual irán desapareciendo”.

La conclusión de Oddino es que “la lechería es sinónimo de eficiencia; van a quedar los eficientes”. Esto en el tambo implica que “cada productor va a tener que definir su sistema de producción”. Según su análisis, algunos elegirán ser pastoriles con alta suplementación y tendrán 1.6V/ha con 22/24litros. Otros, “porque tienen plata”, encerrarán los animales para tener 2.4V/ha y 27litros con el mismo campo. Y alguno con más dinero y el know how necesario se encaminará a un Free Stoll. Lo que advierte el especialista es que “para pasar de un sistema pastoril a un estabulado hay que tener plata o capacidad financiera, de lo contrario se mete en un esquema violento”.

Tendencia mundial
Oddino aseguró que la pérdida de establecimientos se verifica en todo el mundo. “No es que lo vea irreversible”, dijo a Campolitoral, aunque no encontró una solución posible. “En el mundo se ven menos tambos con las mismas vacas y más producción y Argentina no está exenta de la tendencia, eso no quiere decir que yo esté de acuerdo”, aclaró.

Entre las causas del fenómeno mencionó la dificultad para que las nuevas generaciones continúen en la empresa familiar. “Cerrar un tambo no es como antes, cuando el productor se fundía; hoy el dueño se hace de un dinero por la venta de las vaca y luego le sigue ingresando plata por alquilarlo”. Ambas situaciones -analizó- se combinan cuando el empresario lechero observa que sus hijos no quieren seguir el negocio y la decisión de cerrar ya no es tan difícil.

Sin embargo, aclaró que “Canadá no está en esa dirección”. A diferencia de lo que ocurre en Argentina, en el país del norte “los tamberos entregan toda su producción a la Federación Canadiense de Leche, que es un pool, y luego se encargan de negociar con las industrias”.

El sistema tiene ventajas notables. Mientras el productor argentino participa sólo con el 20% del precio en góndola sin IVA y el 80% restante se reparte entre industria y supermercados, en Canadá “el 40/50% lo capta el productor, entonces pueden sostenerse en el tiempo porque es negocio”.

En cambio países líderes en la producción lechera, como Australia y Nueva Zelanda, “también están teniendo problemas de generaciones que no quieren seguir pero le buscaron la vuelta, poniendo gente especializada; pero la tendencia mundial es esa: no a que baje la producción, sino que esté en otras manos”.