La producción de leche se redujo 9,96 por ciento en el primer cuatrimestre de 2013 con relación a igual período de 2012, principalmente por las secuelas de las inundaciones en varias cuencas de la región pampeana, por el menor uso de concentrados a partir del aumento del precio del maíz y de los subproductos de la soja, y por la reducción de precio del producto que se produjo de mediados a fines del año pasado.
Luego hubo una recuperación de los valores pagados a principios de 2013 que, junto con un otoño benigno, podrían neutralizar la tendencia productiva declinante. Si la producción primaveral resultará normal, se podría llegar a un volumen similar al del año pasado, que alcanzó 11,2 millones de litros. Pero para eso hace falta que el precio siga recuperándose.
Según el consultor Santiago Fariña, los precios que se pagaron en junio en las distintas cuencas oscilaron entre 2,02 y 2,22 pesos por litro, y no alcanzan para sanear la situación financiera de los productores, que sigue siendo complicada por el endeudamiento asumido.
Pese al aumento de las últimas semanas, la participación de los productores en el precio final de la leche en la góndola es baja. De lo que paga el consumidor, los tamberos se llevan el 31,5 por ciento. El 69 por ciento restante se reparte entre la industria (26,6 por ciento); el comercio minorista (27,2) y el Gobierno (14,7) según mediciones de la Fundación Para la Promoción y el Desarrollo de la Cadena Láctea Argentina encargadas al Instituto Argentino de Profesores Universitarios de Costos.
Los costos de producción lechera son muy variados y dependen de la capacidad de gerenciamiento del empresario, de la escala, del nivel de productividad, de la zona y de otros factores específicos de cada explotación, lo que determina que algunos tambos se vean obligados a cerrar, otros apenas sobrevivan y muy pocos obtengan una rentabilidad razonable. "El año pasado no fue un buen ejercicio lechero, lo que generó deuda a muchos empresarios, que hoy tiene un peso grande en los resultados e impide pensar en inversiones de largo plazo", apunta Fariña.
En otro orden, según el especialista, los precios de la leche dependen de la oferta y demanda internas, pero también, y cada vez más, de las variables internacionales. Concretamente, la elevada producción mundial de mediados de 2012 provocó la baja de precios del segundo semestre. Luego, la sequía en Nueva Zelanda ayudó a entonar las cotizaciones.
Grupos de comercialización
En este contexto para la producción, hay grupos de comercialización conjunta de leche que se están reuniendo preocupados por la baja rentabilidad del negocio y por el cierre de numerosos tambos. Son agrupaciones de productores que comercializan su leche en bloque, para tener mayor poder de negociación ante las usinas. Además de hacerse fuertes por el volumen de entrega, comparten información, reducen los riesgos comerciales y diseñan estrategias para tratar con las industrias en las cambiantes situaciones que atraviesa la actividad. En estos grupos de tamberos hay preocupación por la suba general de costos de producción, sobre todo los impositivos y los laborales, de fuerte incidencia en los tambos. Mientras tanto, el precio del producto no sigue la misma evolución y además es afectado por el plazo de pago, que no baja de 30-40 días habitualmente.
Uno de los integrantes de esos grupos desmintió la idea histórica que dice que "los tamberos mueren con las botas puestas" y que continuarán con la actividad por vocación, a pesar de que la rentabilidad no lo justifique. "La mayoría de los productores lecheros actuales son empresarios y hoy están en ese negocio y mañana pueden migrar a otro si les ofrece mayor rentabilidad. El abandono de la actividad tambera en muchos campos debería ser una señal de alerta para la industria", advierte el productor. "Cuando en un negocio no se gana dinero durante dos o tres años, se abandona; no hay más románticos en la actividad lechera", refuerza.
En síntesis, el empresario concluye así: "La actividad lechera debería ser considerada con una mirada a más largo plazo por toda la cadena buscando una rentabilidad razonable para cada eslabón y cuidando sobre todo al primero, sin el cual los demás no podrán operar".