Aunque la demanda está operando con especial fortaleza y la oferta resulta débil, los precios de la soja -así como también para los otros granos- se están expresando en baja.

La situación es crítica, sobre todo para la soja.

Su oferta no es, como decimos, todo lo abundante que se podría esperar porque el MERCOSUR, la región naturalmente oferente a esta altura del año, suministra soja al mercado mundial con aguda dosificación.

¿Por qué? Pues porque Brasil ha vendido la mayor parte de su cosecha con anticipación –y por ende el saldo remanente es menor- y porque Argentina se desprende de la soja a cuenta gotas por temor al desgaste de su dinero frente a la inflación que lo erosiona en poco tiempo.

Vale preguntarse por qué los valores sufren la caída, experimentada en los últimos días, ya que todavía no hay nada seguro respecto a la próxima cosecha en EE.UU.

La respuesta la brinda la Reserva Federal de EE.UU. que acaba de anunciar una política de menor liquidez, en un contexto donde el USDA –en su último informe- estima una gran cosecha para esta campaña en ese país.

Una política de menor liquidez lleva a pensar para el futuro inmediato en aumentos en las tasas de interés en EE.UU. lo que empujaría a la baja de valores de todos los commodities. Y como sabemos, hoy por hoy, la soja es un commodity de importancia.

De lo anunciado por el organismo financiero, se podría deducir que EE.UU. iniciaría un ciclo de suba de tasas. En tal caso, habría que deducir un próximo –gradual- incremento del valor del dólar.

Las últimas noticias respecto a la liquidez por parte de la Reserva Federal son preocupantes. Y así lo han tomado también los operadores de los granos y demás agentes.

Por algo, en estos días los mercados bursátiles del mundo entero iniciaron un recorrido en baja al tiempo que el dólar tendía a fortalecerse tras el anuncio de la Reserva Federal sobre un probable cese de las medidas de estímulo monetario hacia fin de este año.

Las principales divisas del globo ya están depreciándose respecto al dólar, frente a la eventualidad de una acentuada suba de las tasas de interés en EEUU, que implicaría un menor flujo de inversiones hacia mercados emergentes, que han sido el principal destino de la liquidez inyectada al mercado.

Como sabemos –y de esta forma fue establecido por el USDA en algunos informes del año pasado- el dólar se proyectaba en baja en relación a las principales monedas.

La deprecación del dólar formaba parte de una suerte de rebalanceo en los mercados comerciales y financieros, a fin de estimular las exportaciones de EE.UU.

Obviamente, un dólar en proceso de debilitamiento es un gran soporte en los valores de la soja –y de los commodities en general- pues aumenta el poder de compra de los países importadores ya que permite la apreciación de sus monedas, como es el caso de los principales países de Asia-Pacífico y aún de China.

Pero este anuncio pone una luz de alarma y abre la expectativa de un cambio en el comercio mundial y en el movimiento financiero que podría golpear gravemente a China y buena parte de los emergentes.

La situación es crítica y de confirmarse como un proceso sostenido en el tiempo, la agricultura pasaría a vivir un tiempo muy difícil.

Veremos cómo sigue esta película. Por ahora, las bajas responden a las expectativas negativas fundamentalmente originadas por la Reserva Federal.