Las políticas aplicadas a la provincia desde hace más de 70 años fueron
hechas, por todos los gobiernos, para promover la industria en los grandes
centros urbanos, a costa del desarrollo del sector agropecuario y del interior,
que terminaron siendo funcionales para mantenerse en el poder. Esta estrategia
resultó consolidada por la reforma de la Constitución en 1994, cuando se
estableció que el país era un distrito único a efectos de la elección de
Presidente. El antiguo Colegio Electoral, con representaciones provinciales
distintas, garantizaba que la elección no estaría dominada por los grandes
centros urbanos y las provincias más pobladas.
Para conocer qué ocurrió con la emigración del interior a través de los años
compararemos la población del GBA en el cuadro siguiente. La primera cifra y la
población RURAL en la segunda columna, comparada sobre el total de la población
nacional.
- 1914: GBA tenía 5,8% RURAL 47%.
- 1947: 10,9% 37%.
- 1960: 18,8% 26%.
- 1970: 23,0% 21%.
- 1980: 24,5% 17%.
- 2001: 24,0% 11%.
Como se puede observar la mayor emigración se produce entre 1947 y 1970
conocido como el periodo de la sustitución de importaciones y cierre de la
economía, que promovió el desarrollo de una industria no competitiva y
prebendaría. Para apoyar esta estrategia se aplicaron todo tipos de políticas a
fin de vender alimentos baratos para mantener salarios bajos, frenando el
desarrollo del sector agropecuario.
En ningún momento existió planificación alguna promoviendo el arraigo de la
gente en sus lugares de residencia. La ausencia de políticas en esta dirección
generó innumerables villas miserias en el cinturón del conurbano bonaerense,
poniendo en juego el normal funcionamiento de las instituciones de la provincia
y provocando graves problema al gobierno nacional.
La población total del país es hoy de 40.120.000 de habitantes. En Provincia
viven 15.63 millones o sea, el 34% del total. Del dicho total, 9.92 millones en
los 24 partidos del GBA representando 24.7 % y 5.71 millones en el interior
representado el 14,3 %. En la ciudad de Buenos Aires viven 2.89 millones que
representan el 7.2% de la población total del país.
El crecimiento anual de la población nacional es de 11,4 por millones mientras
en los 24 distritos de GBA es de 14,9 por millones.
La campaña electoral de octubre, estará centralizada en lo que pueda ocurrir
en el conglomerado del gran Buenos Aires que represente el 25% del electorado
nacional y en donde se juega la madre de todas las batallas. Este 25% es igual
al electorado reunido de la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba.
Por otra parte, la provincia de Buenos Aires representa el 38% del electorado
nacional mientras recibe de coparticipación solamente el 22%, mientras la
provincia genera el 38% PBI. Dicha población está concentrada en el 2% del
territorio mientras el resto vive en el 98% del país.
La actual situación del país y los elocuentes datos mencionados deberían ser
suficiente razón para planificar y diagramar un nuevo país con grande centros o
regiones para un desarrollo equitativo de todo el interior y contener a la gente
en su lugar de residencia, que es la única receta concreta y efectiva para
empezar a modificar la concentración en el GBA.
Dicha política de estado para el crecimiento y el desarrollo debe sostenerse,
principalmente, en el sector más eficiente y competitivo como es el Complejo
Agroindustrial, que va a permitir transformar las materias primas en alimentos
terminados y derivados industriales para exportar con valor agregado y mano de
obra argentina.
Un proyecto estratégico y planificado debe tratar al sector agropecuario y agroindustrial en igualdad de condiciones con los otros sectores de la economía para poder contribuir con todo su potencial en los clúster regionales. No hay otro sector que pueda generar esta genuina acción geopolítica para revertir lo ocurrido en el país durante siete décadas. Es decir, volver al país federal que determina nuestra constitución por medio de un sistema de coparticipación de los recursos públicos y de distribución automática, que equilibre el poder político y termine con el centralismo.
Por Arturo Navarro
Fuente: Años de Campo