Actualmente, la Argentina es el país de mayor consumo de carne bovina, con un promedio de aproximadamente 66 kg/habitante año y en línea creciente, desplazando de la dieta de proteína animal fundamentalmente a la carne aviar y, en menor medida, al pescado, porcino y ovino.

Debe destacarse el abaratamiento relativo observado en la carne vacuna con respecto al pollo. Efectivamente, en abril del año pasado era posible comprar 3,2 kilogramos de pollo fresco con un kilogramo de asado; pero en abril del corriente año, un kilogramo de carne vacuna sólo es suficiente para comprar 2,6 kilogramos de pollo, por lo tanto la carne vacuna se ha vuelto más barata, en una magnitud del 17% frente a su principal sustituto, la carne aviar.

Esta situación también complica el desarrollo de las otras cadenas, el porcino que en el año 2003 produjo 160 mil toneladas, pasó a 330 mil el año pasado, necesitando indudablemente consolidar esa expansión en el ámbito local, objetivo de muy difícil cumplimiento con los niveles actuales de consumo de carne bovina.

Esto se relaciona también con la recuperación del sector bovino, que alcanzara el presente año una producción de 2,75 millones de toneladas. La situación actual, en la cual el 93% de ese volumen se destina al mercado doméstico, implica no solo la pérdida de la presencia de la carne bovina argentina en los mercados internacionales, y como consecuencia directa, la crisis de la industria frigorífica exportadora y el menor ingreso de divisas al país, sino también un obstáculo al desarrollo y consolidación de las cadenas antes mencionadas.

Ante esta situación, es necesario generar los espacios de acuerdo público-privados para lograr un ambiente competitivo en el cual la creciente producción de carne bovina sea destinada a los mercados internacionales, trabajando conjuntamente para volver a consolidar la presencia de la carne vacuna argentina en los mercados más exigentes, con el consiguiente agregado de valor y los beneficios de mayor empleo y mejora de la balanza comercial resultado de mayores exportaciones

Ante la creciente demanda de carne bovina en el mundo son muy pocos los países que pueden dar una respuesta inmediata. La Argentina es uno de los elegidos. Por eso resulta necesario articular con el Estado un rol de abastecedor relevante, creando condiciones de competencia, y buscando mercados alternativos de acuerdo a los nuevos desafíos de la demanda internacional.

Una agenda de negociaciones y la apertura de mercados que incluya todas las posibilidades de los productos cárnicos y menudencias en China, recuperar el mercado canadiense, implementar con carácter de urgencia las exportaciones de los cortes de calidad a Rusia, monitorear de manera permanente la relación bilateral con la Unión Europea y participar de la Resolución 481 (cuota sin aranceles provenientes de animales suplementados a granos), y desarrollar los demás mercados asiáticos, son tarea indispensable de la agenda de 2013.

El crecimiento sustancial de la demanda en China es hoy una realidad. Sus importaciones se triplicaron en 2012 con respecto a 2011; y en el primer trimestre de 2013 se ubican más de ocho veces por encima de las registradas en el primer trimestre de 2012. Tampoco se debe dejar escapar la oportunidad de avanzar en el exigente mercado de Corea del Sur. Este país restringía su lista de abastecedores a los países libres de aftosa sin vacunación, pero la reciente habilitación obtenida por el Uruguay para llegar con sus carnes frescas, nos abre las puertas a los países libres de aftosa con vacunación.

Por último, ponemos una luz roja en el peso promedio de las faenas que continúa bajando de 225,3 en el primer cuatrimestre de 2012, a 220,0 en el primer cuatrimestre de 2013, pese a la existencia de una reglamentación que legisla todo lo contrario. Es hora de realizar la fiscalización correspondiente para tener mayor cantidad de kilos en los animales faenados, esquema definido por el Gobierno acordado por toda la cadena de ganados y carnes.

En definitiva, competitividad y desarrollo de los mercados alternativos constituyen los desafíos para la recuperación de la industria frigorífica exportadora, que atraviesa hoy un panorama complicado por los bajos niveles de exportación de sus productos.