Siete países de Latinoamérica y cuatro de Europa participan en un proyecto encuadrado dentro del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea para producir etanol de segunda generación.

En un principio, la intención final del proyecto no se aleja de la de otros de cariz similar: producción de bioetanol de segunda generación a partir de biomasa lignocelulósica empleando nuevas materias primas. Sin embargo, en el proceso está la innovación.

Según explican desde el Ciemat, el objetivo es desarrollar un novedoso proceso de producción de bioetanol, basado en la aplicación CES (combined extrusion-saccharification), “utilizando una amplia variedad de materiales lignocelulósicos, seleccionados específicamente a partir de su disponibilidad local y su potencial para la producción de bioetanol”.

En el proyecto participan trece empresas y centros de investigación repartidos entre siete países de Latinoamérica (México, Costa-Rica, Uruguay, Paraguay, Chile, Argentina y Brasil) y cuatro europeos (España, Finlandia, Francia e Italia). El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura integra a todos los países participantes del cono sur latinoamericano. Por otro lado, México y Francia, con cuatro socios cada uno, son los países más representados en Babethanol, que se financia a través del Séptimo Programa Marco de la Unión Europea.

En cuanto a la participación del Ciemat, la Unidad de Biocarburantes destaca su experiencia investigadora en el desarrollo de procesos para la producción de otros productos de gran valor añadido procedentes de la biomasa.

El caso del etanol brasilero

Brasil también busca innovar en tecnología destinada a la producción de etanol. Una tecnología desarrollada por investigadores de la brasileña Universidad de Campinas permite producir etanol a partir del bagazo de la naranja, un residuo cuyo aprovechamiento puede reducir el costo de producción del combustible vegetal.

La tecnología es una de las ideadas para producir el llamado etanol de segunda generación, que aprovecha residuos agrícolas como alternativa del etanol fabricado a partir de la caña de azúcar, informó la USP.

De acuerdo con la universidad, la innovación es de valor estratégico para Brasil, país que, además de ser el mayor productor mundial de caña de azúcar y el mayor exportador de etanol, es también el mayor productor de jugo de naranja.

Brasil produce cerca de 19 millones de toneladas de naranja al año y sólo aprovecha un 50 por ciento de ese volumen para la producción del jugo, por lo que la otra mitad constituye residuo.

La tecnología para aprovechar ese residuo fue desarrollada por la paquistaní Almas Taj Awan, investigadora del Laboratorio de Química Biológica del Instituto de Química de la Unicamp en un proyecto orientado por la química brasileña Ljubica Tasic.

Los experimentos mostraron que el procesamiento del bagazo mediante una conversión hidrolítica exitosa produce una mezcla de azúcares que tiene alto rendimiento al ser fermentada por las enzimas del Xac.