Un emisario del Tesoro de Estados Unidos estuvo en secreto en Buenos Aires, para evaluar el impacto político que puede provocar la difícil situación económica de la Argentina. También sondeó la profundidad de los desequilibrios macroeconómicos y pidió información sobre las implicancias, en materia de lavado de dinero, del proyecto de ley de blanqueo de capitales.
El emisario de Washington habría manifestado su preocupación porque esa iniciativa de la Casa Rosada le abre una puerta al dinero de la corrupción, del narcotráfico y también a un eventual financiamiento al terrorismo. Allí temen, además, que el blanqueo sea utilizado por el “capitalismo de amigos” para seguir comprando empresas. En la mira está la operación de Cristóbal López con Petrobras.
El enviado conversó con sus interlocutores acerca del giro “chavista” de Cristina Kirchner y abordó temas urticantes, como la ofensiva de la Casa Rosada contra los negocios privados y los contratos entre particulares usando la nueva ley del mercado de capitales.
Clarín confirmó que William Lindquist llegó hace una semana y utilizó como lugar de sus encuentros a la embajada de EE.UU., a cargo de Vilma Martínez. La sede diplomática confirmó la presencia del emisario del Tesoro, aunque le quitó dramatismo. Una vocera dijo: “El señor Lindquist estuvo en Buenos Aires. Su misión fue de rutina.” Lindquist es un funcionario clave en la relación entre nuestro país y los Estados Unidos. Estuvo a cargo del “caso argentino” en los últimos años y ahora es el responsable del Tesoro para el Cono Sur, incluyendo Brasil. A través suyo se hicieron gestiones reservadas por el canje de deuda, el conflicto legal con los holdouts y la turbulenta relación con el Fondo Monetario. Esas negociaciones forjaron una posición en Washington, que Lindquist habría ratificado en su viaje: el Tesoro tiene una visión crítica de la gestión de Cristina Kirchner.
El funcionario llegó a Buenos Aires desde Brasilia –donde reside–, el martes 7, y mantuvo encuentros por cuatro jornadas. Entre ellas, hubo reuniones con los principales jefes de las “multis” en la Argentina y los responsables de los bancos y empresas extranjeras que operan en Buenos Aires, como el City Bank, American Express, Cargill, IBM, Walmart, General Motors, Ford, Dell, y Microsoft. Pasó por el Ministerio de Economía y también fue recibido en el Banco Central. Pero comparó la información oficial que suministraron Hernán Lorenzino y Mercedes Marcó del Pont con los datos y las proyecciones reales de economistas locales.
Los jefes de las multinacionales le trasmitieron lo siguiente: — No existe un manejo adecuado de la política económica.
— El atraso cambiario y la inflación frenan la inversión.
— La actividad económica está parada y el consumo no se reanima.
— Hay un fuerte atropello contra los derechos de las empresas — No se respetan acuerdos comerciales privados y la intervención estatal –YPF, Aerolíneas– no es eficiente.
La misión de Lindquist se produce después de un duro mensaje que le trasmitió la presidenta de Brasil a Cristina Kirchner. En el último encuentro a solas, Dilma Rousseff le comunicó el malestar de su país por los incumplimientos de la Casa Rosada y también le dijo que Washington no iba a tener más tolerancia con los desbordes de Argentina. Fuentes de la Cancillería admiten que Dilma fue portavoz de un mensaje de la Casa Blanca a Cristina.
Una semana después, la SEC de los EE. UU. comenzó a ventilar hechos de corrupción que involucran a funcionarios kirchneristas.
La consejera política de la embajada de Brasil expresó el disgusto en forma pública, durante el nutrido encuentro del Espacio Proyectar, que lidera Cristian Breitenstein, el ministro de la Producción bonaerense. Había un centenar de empresarios binacionales y estaban los líderes fabriles Ignacio de Mendiguren y Héctor Méndez. La diplomática Gisela Padovan afirmó: “Brasil ve con preocupación lo que está pasando.” En clara alusión a Guillermo Moreno, agregó: “Nosotros deseamos un equilibrio comercial, pero no con una reducción del comercio.” En privado, los empresarios manifestaron su temor por la ofensiva de la Casa Rosada utilizando la nueva ley de mercado de capitales. El Gobierno amenazó con intervenir Clarín para controlar a periodistas y medios de comunicación. Igual temor le transmitieron al enviado de Washington los jefes de las empresas estadounidenses, ya que el Gobierno, más allá de Clarín, tendría una lista de compañías a las que atacaría para subordinarlas a los intereses políticos del “cristianismo.” Clarín reveló en diciembre que la reforma para permitir la intervención de la Comisión de Valores fue propuesta por Roberto Feletti, una vez que la Presidenta la bendijo.
Durante la última Conferencia Industrial –a fin de año– un grupo de empresarios se reunió con Cristina. Participaron Luis Betnaza, De Mendiguren, Paolo Rocca, Luis Pagani, Federico Nicholson, Jorge Brito, Juan Sacco y Eduardo Eurnekián. El conjunto le expresó su preocupación por el poder arbitrario que se le otorgaba a la CNV. Cristina respondió con una evasiva y así defendió y dio aval a la legislación que autoriza la intervención del Estado, sin acción judicial previa, en las empresas que coticen en Bolsa o emitan obligaciones negociables.
El martes asume Héctor Méndez como presidente de la UIA. Tiene la misión de enfrentar estos abusos y un futuro económico complicado: la actividad se enfrió a causa de la mala política oficial.