Uno de todos estos hechos hubiese bastado para  conmocionar al país, pero lo cierto es que se dieron juntos, casi sin solución de continuidad, en el curso de la pasada semana: la aprobación en el Senado de la reforma judicial; el proyecto de ley de expropiación de Papel Prensa; el programa de Jorge Lanata demostrando la existencia de una caja fuerte de dimensiones inusuales en la casa de los Kirchner y el trascendido sobre una posible intervención a Clarín.

No siempre fue fácil hallar la lógica que arrastraban las políticas públicas gestadas hasta 2010 por Néstor. Mucho más difícil es descubrir la de su viuda. Pero el que así sea no significa que carezca de racionalidad. Cristina Fernández es mucho más ideologizada que su marido y, en general, no sabe retroceder. Embiste a sus enemigos sin piedad y, las más de las veces, lo hace sin medir bien la consecuencia de sus actos. Impulsada por una vehemencia y un descaro asombrosos, no importa tanto, para ella, las consecuencias inmediatas de sus actos como los efectos que espera a mediano plazo, según informaron los especialistas en política, Massot y Monteverde.

Hablando de sus enemigos, cada vez suman más. Desde Moyano, hasta Clarín y el entonces Arzobispo de Buenos Aires, suman una infinidad de “conspiradores” contra los planes de la mandataria.

A veces la ignorancia, el egoísmo y la intolerancia llevan a las personas a buscar enemigos que no existen o a que armen o inventen ellos mismos una realidad paralela.

Por falta de contacto con la realidad, el ignorante no entiende, el intolerante crítica y el egoísta no se involucra.

Hablando de realidades paralelas, a muchos argentinos no les queda claro aún la realidad en la que viven los funcionarios K y, sobre todo, Cristina. ¿Cómo hicieron para crecer patrimonialmente tanto en estos años de Gobierno. Mientras tanto la sociedad no se adineró tanto y, por el contrario, tuvo y tiene la desgracia de vivir en porcentajes de inflación de alrededor del 30%. Por supuesto, el Indec no estaría de acuerdo con dicho incremento de los costos ya que, concretamente, para la entidad en el mes de abril la inflación subió 0,7%. Sin duda son verdades y realidades diferentes.

Cabe mencionar a las tan nombradas “maniobras políticas y mediáticas” de las que tanto se queja 6,7,8 y todo el arco oficialista, mostrando al Grupo Clarín como una especie de terrorista que atenta contra el Poder Ejecutivo y contra la humanidad. No hay que olvidar que para la Presidente no existe maniobra política en los medios afines al Gobierno (por lo menos no demostró ninguna queja sobre ellos) en los cuales pueden aparecer titulares y noticias tomadas desde otro punto de vista. Lo importante es que el periodista, más allá de su inclinación política y del medio al que pertenezca, informe con responsabilidad y ética social y eso es algo que a muchos medios, en general, le falta.

Por otra parte, Cristina afirmó en alguna oportunidad estar profundizando el desendeudamiento que tiene el país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, dicha institución internacional tuvo sus críticas y explicó que “en Argentina, los controles sobre las operaciones cambiarias y las importaciones influyeron negativamente en la confianza y en el nivel de actividad" con lo que es evidente una falta de confianza del FMI con nuestro país.

Finalmente, ¿cómo entender el nuevo fideicomiso que anunció Cristina con el objetivo de  cobrar retenciones a los exportadores de trigo y luego devolverles la plata? ¿Es esto realmente un incentivo para los exportadores trigueros? ¿No sería mejor directamente eliminar las retenciones? La mayoría habla de desconfiar de dicha medida, ya que a las pruebas se remiten sobre el incumplimiento del plan Maíz y Trigo Plus. Nuevamente, los parámetros de lo que se entiende por “confianza” fallan.

Además no se molesta en salir al cruce de las acusaciones que ventila el arco opositor o las denuncias del periodismo independiente. Pocas veces alguien ha dejado tantos jirones de su integridad moral en el camino como el señor Lázaro Báez. Todo en torno de él huele a corrupción y los vínculos de su imperio económico con el matrimonio Kirchner resultan, a esta altura, innegables. En cualquier país del mundo por mucho menos hubiera renunciado el presidente o, en su defecto, habrían rodado las cabezas de varios ministros o funcionarios vinculados con el escándalo. Aquí no.

El descomunal rating de Jorge Lanata es una prueba palpable de cuánto ha cambiado, de un año a esta parte, el humor social de los argentinos. Hace por lo menos quince años largos que un canal de televisión abierta no se animaba a poner en el aire un programa político. Canal 13, en medio de la pelea de todos conocida con el kirchnerismo, dio la nota y cosechó un éxito verdaderamente espectacular. Casi podría decirse, sin temor a errar, que Lanata es de lejos más mortífero que Clarín, aseguraron Massot y Monteverde.

Quizá otro gobierno, delante de tamañas contrariedades y amenazas, retrocedería espantado o intentaría negociar. El de la viuda de Kirchner es la excepción a la regla. En lugar de capitular, avanza a tambor batiente. En vez de desensillar hasta que aclare, decide mandar más tropas al frente de batalla. Cuándo todos esperan una tregua, renueva el ataque. Lo que sucede ahora, a diferencia de años anteriores, es que los resultados adversos al oficialismo comienzan a amontonarse sin solución de continuidad.

Es difícil hacer una tregua cuando hay falta de confianza entre las partes ya que tal como lo dijo Simón Bolívar, “La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan."