Los mercados de commodities y los fondos tienen la mirada fija en el campo norteamericano.

Los de allí miran al cielo y los de afuera, a los pronósticos del tiempo.

Porque el mercado climático es, hoy por hoy, el factor de incertidumbre más grave que soporta la actividad.

La situación ya es grave en EE.UU. Y no se sabe cómo seguirá el tiempo a ciencia cierta, luego de una campaña desastrosa donde la producción cayó a niveles desconocidos. La cosecha fue de tan sólo 273 millones de toneladas, cuando el promedio de los últimos años gira en torno a 330 millones.

Por eso, la relación stock/consumo en el país, a lo largo de los últimos cuatro años, ha pasado de algo más de 13% a menos de 7%. La reducción alarma. Y por ello, los mercados aguardan el restablecimiento del histórico nivel.

La gran pregunta es si ello será así.

Porque, justamente, el cultivo más amenazado es este cereal. No sólo porque el clima lo afecta sino porque la polinización, como sabemos, exige un alto nivel de precipitaciones.

Y a pesar de que en los últimos días, el tiempo ha sido propicio para el avance de la siembra, la realidad es que el operativo a nivel nacional está muy demorado, y con bajas perspectivas de que logre completarse en el momento adecuado.

De hecho, la nueva estimación de cosecha en EE.UU. -por parte del USDA- bajó a 359 millones de toneladas, es decir cerca de 10 millones de toneladas por debajo del anterior reporte. ¿La razón? Es simple: aún cuando este organismo suele pecar de optimismo en términos de producción, hoy se encuentra preocupado por las dificultades climáticas en las regiones productoras.

La siembra está sumamente retrasada. Es la mayor demora en su historia y, para colmo, los pronósticos no resultan muy alentadores.

La cuenta regresiva está a plena marcha. A medida que transcurren los días, el potencial de pérdidas en los rindes va cayendo a consecuencia del desfase en el período crítico.

En las próximas dos semanas, tendremos una idea bastante cierta sobre las posibilidades de éxito en el primer productor del mundo, que normalmente aporta cerca del 40% de la producción mundial.

Los mercados todavía siguen creyendo en una buena cosecha. Prueba de ello es que la baja entre el precio de julio y el de mayo, en Chicago, es de un 15%. En tanto que para las mismas fechas, pero en la operatoria de la soja, es de un 8%.

Mientras tanto en nuestro país, con una producción esperada del orden de 26 millones de toneladas, los exportadores acumulan compras por más de 15 millones de toneladas. El cupo de exportación es de de 19,4 millones, autorizado en tres tramos. Y el consumo local ya ha tomado más o menos 1 millón.

La cuestión es si realmente se llegará a cubrir 26 millones. Porque es probable que la cifra final sea más baja.

Lamentablemente, el maíz sigue siendo un producto con un precio ligado a la política, por aquello de la “mesa de los argentinos”. Porque si no fuese así, uno diría que la apuesta a su producción es una gran cosa. Todavía falta tiempo para la siembra doméstica y, así, se puede ver cómo evolucionan los precios internacionales para tomar la decisión más racional.