Un análisis global sobre la oferta y la demanda nos lleva directamente a reparar en la situación de EE.UU. donde, actualmente, los stocks son ajustadísimos.

Al momento de la siembra de maíz, este país proyectaba una cosecha nacional récord de 370 millones de toneladas. Pero la cruda realidad, derivada de una sequía impensable, dejó, al terminar la última campaña, una producción de tan sólo 274 millones de toneladas.

La baja fue de 26% y el impacto sobre el nivel de stocks, lapidario.

En tanto la demanda se ha mantenido con firmeza, aún con la incipiente desmejora en el consumo de etanol y los problemas de la industria aviar en China. La fuerza en el ritmo de aumento del PBI por habitante en Asia, con la irrupción de una gran clase media, es fundamentalmente la que incentiva la demanda.

En el momento presente, la oferta muestra para el mundo signos de cuello de botella, pues los países que pueden incrementarla sólo están en el hemisferio sur, concretamente en nuestro continente. Se trata de Brasil, donde la oferta sufre de todo tipo de inconvenientes logísticos que obstaculizan la corriente hacia los puertos y desde éstos también. Y de Argentina que, si bien tiene un mejor nivel logístico, la cantidad producida no es tan relevante para el mercado mundial.

Pese a ello, los tradicionales compradores de Asia, tal el caso de Malasia, Taiwán, Corea del Sur, China y muy especialmente Japón, que año a año, tienden a importar alrededor de 35 millones de toneladas, han recurrido a los puertos de estos países sudamericanos.

Es cierto que usualmente Asia, entre abril y julio de cada año, depende en buena parte de las ventas del hemisferio sur, pero este año el cuadro está mucho más acentuado. La dependencia es casi total.

A medida que nos acerquemos a la época de floración, el denominado mercado climático irá tomando calor. Julio es, en rigor, el mes clave. Si lloviese adecuadamente y las temperaturas acompañaran, los precios tenderían a caer pronunciadamente.

Porque de ser así, la predicción de una cosecha récord del orden de 360 millones de toneladas se cumpliría. Para quien duda de ello, miremos los mercados a término. Hoy por hoy, Chicago muestra un valor de más o menos u$s 268 y para la posición diciembre, cerca de u$s 219. Una baja fenomenal: casi 20%.

Tal diferencia se basa en la expectativa de los mercados sobre una gran cosecha en EE.UU. que supone un rinde próximo a 110 quintales por hectárea

¿Hasta qué punto es muy probable tal escenario?

No es fácil dar una respuesta a tal interrogante. Sí podemos responder que en caso de que si se diera así, la baja que experimentaría el mercado sería igual o superior a la descripta en el término. Porque los stocks, aunque el ritmo de aumento en la demanda se mantenga en el tiempo, alcanzarían un nivel más que satisfactorio. Luego de dos años de abastecimiento muy ajustado, las existencias quedarían en holgada posición.

A favor de tal posibilidad juega el esquema de incentivos -subsidios directos- dados al productor por el gobierno, que este año se mantiene todavía. Se trata de u$s 76 por hectárea. No es poco cosa… ¿no?

A ello, se suma el amplio sistema de seguros que cubre las contingencias en términos de rinde y precio. El precio, por ejemplo, puede establecerse en febrero en base al número que muestra la posición de diciembre en Chicago.

Pero también hay que resaltar la posibilidad de que no se verifique tal cuadro.

¿Es posible ello? Claro que sí.

Por ahora la primavera, como tal, se demora en llegar y el frío continúa. Y si bien, por un lado, las lluvias benefician el perfil de los suelos, por otro, retrasan las fechas de siembra.

La demora en la siembra no es un problema menor. Cada día que se pierde, es menor el potencial de rendimiento ya que el maíz es muy sensible a la falta de humedad en el tiempo de floración.

Nadie duda hoy que para nuestro país, es fundamental revigorizar un plan de rotación en los cultivos y, en tal caso, el maíz es una opción de interés nacional.

Pero como están las cosas, uno diría que no es momento para decidir la siembra en la Argentina, dados los ajustadísimos márgenes que presenta este negocio tan limitado por las políticas oficiales. Más bien, habría que avanzar en el tiempo monitoreando cómo va la cosa en el norte.

O al menos, si se decide hoy, habría que tener en carpeta un plan B. Una alternativa.

Y por el lado de la comercialización, sería interesante ir tomando coberturas. Con entrega en abril de 2014, se habla de valores entre u$s 160 y 170 por tonelada.