Hasta el miércoles pasado, en que el oficialismo logró sancionar en forma irregular la ley que destruye la república, el gobierno basó su accionar en no acatar las sentencias de la Corte o bien avanzar sobre los derechos individuales, en base a la construcción del relato típico del líder o caudillo que quiere tener todo el poder.
Todos sabemos que la famosa “democratización” de la justicia no es ni democrática y mucho menos justicia. Como dice Hayek en su libro Camino de Servidumbre refiriéndose a los sistemas autoritarios: “de manera gradual, a medida que avanza este proceso, todo el idioma es expoliado y las palabras se transforman en cáscaras vacías, desprovistas de todo significado definido, tan capaces de designar una cosa como su contraria…” El kirchnerismo ha apelado a desvirtuar el sentido de las palabras. Al autoritarismo lo llama democracia, al fraude en las votaciones problemas con los botones de votación, los derechos humanos se transformaron en un negocio y la inflación no existe o es una conspiración de los grupos concentrados. La asignación universal por hijos en vez de ser un fracaso del modelo para crear puestos de trabajo es una forma de evitar la explotación, y el listado sigue. Lo cierto es que cuando el gobierno no desvirtúa las palabras, inventa estadísticas para mostrar que todo crece como nunca creció en la Argentina.
Ahora bien, ese famoso relato oficial, donde el que se opone es un traidor a la patria o forma parte de la cadena del desánimo, tambalea frente a los ojos de la gente con la inflación que se dispara, la falta de trabajo, la ausencia no ya de inversiones sino de empresas que se van del país y mil problemas económicos más que el común de la gente desconoce.
Mi impresión es que el gobierno ha acelerado el vamos por todo, que no es otra cosa que hago lo que quiero con el poder, porque necesitará más herramientas autoritarias para tratar de frenar el descontento popular por el creciente deterioro de la economía. Es decir, por un lado, necesita más autoritarismo para evitar que el desmadre se acelere. Pero, por otro lado, son tantos los casos de escandalosa corrupción que han saltado en los últimos tiempos que necesitan tener cobertura jurídica para no ser juzgados. Si ellos controlan la justicia, están a salvo de toda investigación. Pero los habitantes seremos controlados por el Estado y sin ningún tipo de defensa. Por el contrario, seremos sometidos a tribunales controlados por el mismo Estado. El acusador nos juzgará. Lo cual implica transformar los derechos de los ciudadanos en un delito y el delito de abuso del poder en un derecho del kirchnerismo.
Para decirlo directamente, aquí no hay ningún fundamento filosófico, equivocado o no sobre la concepción del poder. Lo que tenemos frente a nosotros es una muy mala caricatura de democracia para esconder un proyecto autoritario que les otorgará todas las garantías para hacer del poder un negocio particular.
Varias veces cité el cuento de Mancur Olson sobre los ladrones errantes y los ladrones estables que asolaban un pueblo en China. Los ladrones errantes era un grupo de ladrones que iban pasando por los pueblos y robaban y destruían todo lo que había. Como no tenían por objeto quedarse a vivir en los pueblos, saqueaban hasta el último centavo que había y luego se iban a otro pueblo a seguir saqueando.
Vivían de saqueo total, en saqueo total.
Esto ocurrió hasta que llegaron los ladrones estables, que les propusieron a los habitantes del pueblo protegerlos de los ladrones errantes, pero a cambio ellos se iban a quedar con buena parte de lo que producían los habitantes del pueblo.
En términos relativos los habitantes estaban mejor con los ladrones estables que con los ladrones errantes, porque estos últimos les robaban todo, en tanto que los otros les robaban una parte menor. No estaban en su óptimo, pero, insisto, sí mejoraban en términos relativos.
El kirchnerismo, con su ambición de poder absoluto y acumulación de riqueza, ha utilizado un modelo que lo va transformando de ladrón estable en ladrón errante, pero, al mismo tiempo, quieren ser ladrones estables, lo cual es inconsistente.
Al margen de los escándalos de corrupción, el modelo no solo necesita cada vez de mayores recursos para tratar de sostenerse, sino que, además, destruye todo a su paso como en el caso de los ladrones errantes.
Moreno ha demostrado ser un simple patotero ineficiente que obstruye la capacidad de producción de la economía. Han destrozado el sistema energético, las rutas, el transporte público, el patrimonio del BCRA y encima no dejan trabajar en paz a la gente.
¿Qué hace un ladrón errante? Roba todo y destruye todo a su paso porque no piensa quedarse.
¿Qué hace un ladrón estable? Deja que la gente produzca porque a él le conviene que cada vez produzca más para poder apropiarse de la mayor riqueza creada. Dentro de su mentalidad de delincuente, el ladrón estable usa lógica en su modelo. Los dejo producir en paz para poder quitarles más.
El kirchnerismo actúa como el ladrón errante pero quiere ser un ladrón estable perpetuándose en el poder. Y eso lleva a una inconsistencia fenomenal porque la riqueza generada por la sociedad será cada vez menor y, por lógica consecuencia, habrá menos para que ellos se apropien o “redistribuyan”.
Obviamente que durante un tiempo podrán utilizar el monopolio de la fuerza para exprimir a la gente hasta la última gota. Y para eso necesitan impunidad. Y la impunidad se las otorga la destrucción de la justicia.
El gran interrogante es hasta qué punto la gente tolerará ser explotada y sometida por un régimen autoritario como el que quiere imponer el oficialismo.
Y también queda una duda. Si el gobierno no está dispuesto a respetar las reglas de juego violando la Constitución, ¿por qué la gente los va a respetar y reconocer como gobierno legítimo si han perdido legitimidad en ejercicio del monopolio de la fuerza?
Por supuesto que antes de la existencia de algún conflicto social de envergadura, queda la posibilidad que la justicia le ponga un freno ejemplar y categórico al gobierno. En caso que el gobierno, utilizando ese vaciamiento de las palabras al que hace referencia Hayek, no respete el límite impuesto por la justicia, entonces sí puede producirse un conflicto social con final abierto. Un gobierno no aceptando las reglas de juego y un pueblo no reconociendo a un gobierno sin legitimidad en el uso del poder.
Y a esa situación se puede llegar, porque lo que pretende el gobierno es inconsistente: quiere tener los beneficios del ladrón estable comportándose como el ladrón errante. Es más, el destartalado modelo lo lleva a comportarse cada vez más como ladrón errante pretendiendo ser un ladrón estable. Si no van a dejar nada como hace el ladrón errante y encima van a entorpecer a los que trabajan, el ladrón estable no tendrá nada que saquear y la gente estará en una situación en la que no tendrá nada que perder si se rebela contra la opresión y el saqueo.
Este es el riego que está asumiendo el kirchnerismo al lanzarse desaforadamente al vamos por todo, que no es otra cosa que el voy por todo el poder y la impunidad.
Fuente: Economía para Todos