En efecto, al cierre del esta columna, el contrato noviembre se cotizó a US$ 443, con una caída de US$ 80 respecto de la posición mayo, que se negoció a US$ 523. Si no fuera por la firmeza de la soja mayo, ¿podemos inferir que hoy el valor de la oleaginosa disponible en la Argentina debería estar bien por debajo de los niveles actuales?

Siguiendo la misma línea de razonamiento, una vez cerrada la posición mayo, ¿el mercado debería descomprimirse y bajar hasta los niveles de los futuros lejanos? Esto sin duda es lo que va a suceder en Chicago donde, cerrada dicha posición, el mercado podría ir en busca del nivel de la posición julio, hoy US$ 20 por debajo de mayo. La proporción de la caída es el interrogante del momento y será la que defina el margen bruto de la soja que se está cosechando.

Tener un precio firme en el mercado de soja disponible, justo en el momento que la cosecha está a full y con rindes que superan las hipótesis más optimistas es, en cierta forma, una bendición que están recibiendo los productores argentinos. Existe un consenso generalizado que el productor venderá lo mínimo y necesario en los próximos dos meses; se estima un volumen de ventas de 10 millones de toneladas. Luego se sentará arriba de la soja, sin vender un solo kilo, ante la incertidumbre que se avecina con las elecciones legislativas de octubre.

Sin embargo, debemos advertir que retener y no vender no implica un mejor precio futuro, más si se nos permite ver cuál será el final de la película, si Chicago consolida en la realidad esta baja de US$ 80 de aquí a noviembre. En el ámbito de los operadores, no vender equivale a tomar una posición comprada que, en cierta forma, es una posición alcista. ¿Aquellos productores que no venden, son alcistas o temen que el tipo de cambio oficial sufra un fuerte ajuste luego de las elecciones? ¿Y si hubiera una devaluación, la misma será de tal magnitud que pueda compensar una baja de US$ 80?

El maíz también muestra cierta tónica bajista en Chicago, pero el arranque no es el óptimo para que se pueda confirmar esa tendencia. Dos semanas atrás decíamos que hacían falta 100 días y 100 noches ideales en cuanto a temperatura, humedad y a lluvias para poder permitir un normal avance de la siembra y de la evolución de los cultivos. El USDA confirmó esta semana el atraso que está sufriendo la siembra. En esta campaña se ha sembrado el 4%, mientras que un año atrás en esta misma fecha se había implantado el 26%.

De los 100 días ya han pasado 15 con atraso en las siembras, por exceso de lluvias o por falta de humedad. Los expertos en siembras dicen que hubo un ciclo donde el atraso en la siembra de maíz se corrigió en la última semana de ventana de siembra y que los rindes no se vieron resentidos. Todo es muy incierto y dependerá de cómo evolucione el clima en las próximas cuatro semanas, el momento donde se define el área sembrada.