Esta vez fue en respuesta al resultado de la tan esperada audiencia del 27F, donde las cosas no salieron como la Argentina y sus aliados esperaban o deseaban.
Seguramente la Cámara de Apelaciones va a fallar que el país les tiene que pagar el 100% de los montos adeudados a los holdouts, aunque se mantienen dudas respecto de la forma de pago, pero eso ya está descontado y no es la mayor preocupación.
La principal carta que la Argentina tenía bajo la manga venía de la mano del Bank of New York (BoNY), que es el encargado de realizar los pagos a los bonistas. El fallo del juez Griesa establecía que el BoNY sólo les podría pagar a los bonistas que entraron al canje si al mismo tiempo el Gobierno también enviaba fondos para pagarles a los holdouts. Como el Gobierno dijo reiteradamente que no les pensaba pagar a los holdouts quedaba claro que si el fallo de Griesa quedaba en firme el país iba a entrar en default.
La gran esperanza argentina era que la Cámara considerara que sería un problema muy serio para EE.UU. que el banco no pudiera cumplir sus obligaciones como agente pagador. O sea, dependíamos (y todavía dependemos) de que se considerara que un incumplimiento por parte del BoNY pudiera generar temor respecto del cumplimiento de otros contratos similares en EE.UU. y que, por ende, generara problemas en su sistema de pagos.
Si bien el argumento que presentó el BoNY suena contundente, la Cámara pareciera inclinarse a pensar que éste es un caso particular y que no debiera tener un efecto "contagio" sobre otras estructuras similares y sobre el sistema de pagos. Si el fallo final va en esta dirección, la Argentina va a tener un problema.
Como resultado de la audiencia volvieron los temores sobre un default y hubo una fuerte baja en los precios de los bonos. Los más afectados fueron los instrumentos emitidos bajo ley de Nueva York. O sea que las mayores dudas surgen respecto de si va a ser posible pagar los bonos emitidos en esas condiciones, mientras que hay mayor confianza en los bonos con ley argentina.
Los contratos de seguros de default (conocidos como CDS), subieron de 2400 a casi 3000 puntos, lo que indica un alto riesgo de default de los bonos de ley Nueva York, y representaron un fuerte aumento en el riesgo país, que volvió a los niveles de noviembre del año pasado.
Ahora hay que esperar el fallo de la Cámara, que seguramente se emitirá para fin de marzo o principios de abril. Si es desfavorable como el mercado piensa, el Gobierno todavía puede apelar a la Cámara en pleno y a la Corte Suprema, con lo cual puede ganar tiempo en pos de obtener un fallo positivo.
Esta saga todavía tiene un final abierto y lleno de suspenso, especialmente porque, a diferencia de 2001, la Argentina hoy tiene capacidad y voluntad de pago. Si hubiera un nuevo default, el Gobierno seguramente les ofrecería alternativas a los bonistas, tales como un canje de bonos para pasarlos a ley argentina, o realizar los pagos en nuestro país.
Pero en ese caso el crecimiento, la inversión y las reservas sufrirían.