Frente a esta situación, el valor en góndola no disminuyó, sino que ante una expectativa de futuros aumentos se decidió congelar su precio.

La nueva intervención del Gobierno frente a la desastrosa política de precios, suma un nuevo jalón de errores. Serán los productores los condenados nuevamente a soportar de su quebrada rentabilidad, a pagar los desaciertos de un gobierno sin rumbo económico.

Intervenir y fijar precios máximos se ha probado y siempre ha fracasado, nada permite suponer que algo cambie, solo que la inflación, -ahora asumida por el Gobierno- estalló en los últimos días agudizando el problema de no haberla ni reconocido ni, por ende, combatido desde el 2007 a la fecha.

El productor azucarero generó un aumento de producción en el último año, pero los problemas de la macroeconomía, los costos, la inflación, la política fiscal, el tipo de cambio y la falta de competitividad, forjó como resultado que produciendo más el precio caiga, sin que ello reduzca el precio en góndola.

Lo hicieron con el trigo, lo hicieron con la carne, con la leche, con las economías regionales, ahora es el azúcar. Nunca se puede esperar resultados distintos cuando se cometen los mismos errores, disfrazar la realidad es solo cuestión de tiempo o de días, pero siempre termina aflorando la verdad: góndolas vacías de azúcar, productores vacíos de renta, gobierno vacío de ideas. En definitiva azúcar amargo.