El gobierno nacional enfrenta un cuadro de extrema dureza: el volumen de trigo a disponer será sustancialmente menor al aguardado. Y así, muchas son las sombras que oscurecen “la mesa de los argentinos”.

La política agrícola actual, así, ha establecido una suerte de cepo triguero. De las 5 millones de toneladas que están otorgadas (ROE), sólo se pondrá disponer para su salida efectiva al exterior un volumen de 4 millones; y de éste, sólo la mitad podrá cargarse durante enero y febrero.

El saldo, podrá ser embarcado después, previa autorización que se efectuará a principios de marzo.

Sí señores: tan sólo 2 millones de toneladas en enero y febrero. En este esquema, el mercado tiende, obviamente, a la parálisis que de, una forma u otra, afecta los precios.

La medida contradice lo establecido.

Porque los exportadores ya habían adquirido para cumplir con sus embarques cerca de 4,5 millones de toneladas, en un esquema comercial donde el Estado había otorgado permisos de venta por 5 millones de toneladas.

Queda así el mercado local sometido a una forzada siesta.

El cepo triguero restringe las operaciones; y permite así que la formación de precios quede limitada a prácticamente las industrias molineras, sin la saludable competencia de los exportadores.

En tanto Brasil, nuestro tradicional comprador, debe afrontar este cuadro de inestabilidad que le presenta nuestro país. Poco a poco, nuestro vecino se va alejando del MERCOSUR en busca de fuentes de suministro más confiables. Y, en consecuencia, nosotros vamos perdiendo una demanda de gran interés que permite presionar a la suba de los precios, bajo el paraguas protector del arancel externo común.

Increíble. Así están las cosas en el país del trigo.

En la región del trigo, tal como escribiera Estanislao Zeballos, el cereal muestra un rendimiento paupérrimo y las condiciones para la siembra de soja de segunda son lamentables. Mucho más ahora que una sucesión de violentas tormentas ha dejado todo tipo de destrozos, con una abundancia de agua de la que no se tiene fácilmente memoria.

Los rindes son hasta el momento de poco más de 20 QQ. Todavía falta levantar la mayor parte de la provincia de Buenos Aires. Algo así como el 85%.

Allí, el oeste y el centro están revelando rindes por debajo de lo esperado. La esperanza de que el rinde nacional se eleve se encuentra en el sudoeste de esta provincia. Pero eso va a depender del clima que, por ahora, no hace más que amenazar toda mejora.

¿En esta hora aciaga deberíamos responsabilizar de la magra cosecha que se está dibujando, a medida que las cosechadoras barren la zona agrícola de norte a sur, al clima? ¿O más bien es resultado de las inestables prácticas oficiales?

Porque no dudamos de que la cosecha apenas se acercará a 9,5 millones de toneladas.

Es poco probable que el rinde se extienda más allá de 25 QQ por hectárea. Y la calidad del cereal será un grave problema.

Aunque a esta cifra hay que agregar el remanente de la cosecha anterior, lo que hay sigue siendo poco. Si se desea conocer la disponibilidad total habría que conocer tal número. Se estima que podría girar en torno a 1, 2 millones de toneladas.

Como vemos no es mucho, cualquiera sea el lado por donde se mire.

En este encuadre, y aunque parezca paradójico, los precios locales deberían tender a la baja.

No es el mercado. El cepo es el causante.