En un caso, el gobernador de la provincia sufría el desplante de la Ministra de Industria de la Nación, durante un olvidable acto en el que se anunciaba la salida al mercado de un nuevo modelo de un viejo auto.
En el otro, altísimos funcionarios de una de las grandes líderes mundiales de la maquinaria agrícola, visitaban a un establecimiento en el sur de la provincia. Provenían de Estados Unidos, Alemania y Brasil. Tuve la oportunidad de asistir, y lo agradeceré toda la vida, porque creo que participé de algo que puede catalogarse como “fundacional”.
Allí, Francisco “Pancho” García Mansilla, administrador del campo, les mostró las modificaciones y adaptaciones que había incorporado en la pulverizadora automotriz y en las sembradoras de esa marca.
Y luego, después de una demostración dinámica, en treinta minutos les mostró con números muy precisos el significado de cada modificación. Con espíritu abierto, desenfadado y por momentos implacable, Pancho remató su presentación con una frase de Henry Ford: “me pedían un caballo más rápido; les traje un auto”.
Un sorpresivo y llamativamente largo aplauso coronó el momento. Y arrancó el debate.
Sí, se estaba discutiendo cómo hacer más competitiva la agricultura. Lo que incluye la sustentabilidad. Más toneladas por hectárea, por milímetro de agua de lluvia, por litro de gasoil consumido, con más escala y operaciones totalmente “auditables”.
En esto, quedó claro por el interés de los distinguidos visitantes, la Argentina está haciendo punta. “Necesitamos clientes como ustedes para orientar nuestros desarrollos”, dijo el más importante del grupo.
¿Qué vieron?. Pancho tiene desde hace cuatro años una fumigadora automotriz, con un barral de 24 metros. Este año vio en Expoagro el barral de carbono de AgroKing, de 36 metros y mucho más liviano. Lo compró ahí nomás. Lo recibió a principios de setiembre y ya le hizo más de 20.000 hectáreas, lo que estaba registrado por el monitor de la máquina. “Aumentó la capacidad de trabajo un 50%. Pero además ahora tenemos menos pérdidas de soja por pisoteo, así que el costo bajó de 6 a 4 dólares por hectárea”. Y les dijo: “si tengo que esperar siete años para que ustedes incorporen esto, se me genera un lucro cesante de un millón de dólares”.
Recordemos: la aplicación de la fibra de carbono en la maquinaria agrícola es un desarrollo donde la Argentina está primereando. Como con la siembra directa, el almacenaje en bolsas plásticas, el silo de grano húmedo embolsado y otras tecnologías que no solo han generado ventajas competitivas para estas pampas, sino que están siendo adoptadas en todo el mundo.
“Bigger is better” (cuanto más grande, mejor), es el axioma compartido por todos los fabricantes, respondiendo a la necesidad de un mercado que padece la falta de mano de obra capacitada (fenómeno global). Y que necesita aprovechar las ventanas cada vez más estrechas para siembra, fumigación y cosecha como consecuencia del cambio climático también global.
Pero “bigger is better” significa mayor peso de los equipos, lo que genera compactación. La “edad de hierro” tiene que dar paso a materiales más livianos. La “era del carbono” -y quizá otros materiales que aún no existen- es inexorable, y está naciendo en la Argentina.
Y además de menor peso, también se requiere más sencillez. En sembradoras, tamaño, pero también más facilidad de adaptación para pasar de un cultivo a otro. Y allí, en el sur de Córdoba, estaban hechas, y están también las ideas para lo que viene.
Al regresar, vimos que el país viejo se sigue peleando consigo mismo.
El otro, el Verde y Competitivo, está en marcha y hace roncha.