Sin una alternativa a la reelección de Cristina Kirchner para la "continuidad del proyecto", el oficialismo no tiene más remedio que empujar la reforma constitucional mucho más rápido de lo que preveía y tratar de destruir a toda figura que intente transformarse en alternativa. Eso complica todos los problemas económicos y lanza una guerra total en un escenario en que sería necesario tratar de solucionar problemas. Incluso en favor del propio Gobierno.

Así opinan varios empresarios que han visto cómo se empantanaron posibles salidas y resoluciones de conflictos. "Un caso es el de los subterráneos con Macri, con Metrovías y Roggio en el medio; Randazzo tenía una posición más razonable, tratando de encontrar soluciones técnicas y políticas, pero aparentemente la Presidenta no le hace caso, prefiere la confrontación completa", dijo un protagonista de las negociaciones.

"En ese esquema todo es precario y el conflicto puede estallar de nuevo en cualquier momento; los fondos liberados judicialmente son una solución transitoria y todo está listo para que los metrodelegados vuelvan al conflicto", dijeron las partes involucradas. Los temores crecen, porque la postergación de las soluciones técnicas que requieren algunos problemas graves con trenes y subtes pueden generar daños en la imagen política impensados.

Fuego cruzado

En el medio quedan empresas afectadas por los fragores de la batalla. "A Roggio pareciera que nunca le perdonaron que no se fue de AEA cuando lo presionaron", dijeron fuentes empresariales.

La guerra es también, en medio de las estrecheces de varias jurisdicciones, por los recursos. Los intentos de las provincias de quebrar el pacto fiscal de 1992 son también una lucha por la supervivencia de varios proyectos políticos. El de Cristina Kirchner es uno, porque sin el aporte que las provincias resignan, la Anses tendría déficit. La Asignación Universal por Hijo, las netbooks para estudiantes, los créditos del Bicentenario quedarían desfinanciados.

Queda lejos otro pacto fiscal que sería útil para controlar la inflación. "La estrategia de Cristina es sostener la actividad, sin preocuparse por la inflación ni por la sobrevaluación cambiaria", señaló un industrial que cree que "los números de este año podrían no ser tan malos, pero el futuro no es claro, es cada vez más difícil atraer inversiones: todos los proyectos se los lleva Brasil.".