Esos mandamientos indican los movimientos de la empresa que esos directores deben informar a su superior Kicillof. Nada que no contemplaran normas anteriores. Pero siempre es mejor recordar que deben obedecer al Estado y no a los otros dueños de la compañía.

Por si no lo entendieran, Kicillof les redujo los ingresos a un salario público. El resto deben donarlo a Minoridad. En verdad, fue la práctica de gobiernos anteriores.

El decreto hace una excepción: los honorarios de los directores estatales de YPF. Como el Estado renunció a tener en esa empresa la influencia que ejerce en las demás participadas, allí sus representantes seguirán llevándose un sueldazo. Uno de ellos es Kicillof, que queda excluido de las limitaciones que impuso a sus subordinados. Nada que temer. El, como buen revolucionario, no necesita que le indiquen a qué intereses responde. Virtudes del Hombre Nuevo.