Y más aún si ese problema se origina por decisiones de ese gobernante.

Cuando la presidenta Cristina Kirchner les pidió públicamente a los productores que no especularan con la venta de los granos porque esas conductas eran avaras fue al centro del problema que hoy más le preocupa al Gobierno: la falta de dólares.

Sabe que en Rosario las operaciones están prácticamente paralizadas porque los productores no quieren vender. Las restricciones que impuso el Gobierno para la compra de dólares hicieron que quienes hoy levantaron una magra cosecha debido a la fuerte sequía vuelvan a recurrir a los granos como moneda de refugio. ¿Qué incentivo a vender tiene alguien que sabe que su mercadería se va a liquidar a la cotización del dólar oficial y cuando tenga pagar los productos que necesite para volver a sembrar se los van a cotizar al valor del dólar paralelo? Seguramente pocos, o ninguno.

Con una cosecha de soja que alcanzaría los 39,9 millones de toneladas, aunque algunos creen que apenas llegará a los 36 millones, es evidente que habrá un menor ingreso de divisas para el país. Pero en vez de resolver los problemas con un criterio virtuoso -liberando las restricciones-, la Presidenta piensa en términos conspirativos. Adscribe a las teorías del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, que cree que por la mera voluntad de un gobernante es posible controlar los precios y las cantidades de la economía.

La reducción de los plazos para la liquidación de divisas, por ejemplo, no hace otra cosa que ahogar a las pymes exportadoras y precisamente aquellas que aportan un mayor grado de desarrollo en su producción.

Ya se perdieron los dólares que podría haber dejado el trigo si el mercado no hubiera estado intervenido. Ahora el Gobierno se vuelve a pegar un tiro en el pie provocando un efecto recesivo en la economía con el cepo al dólar.

Es el mismo criterio que adopta con las trabas a las importaciones. Como respuesta recibe represalias de los socios comerciales que afectan a los exportadores locales. "En alimentos tenemos una balanza superavitaria de 21.000 millones de dólares y nos cuestionan cuando queremos traer un producto de Brasil que no se elabora en la Argentina", explicaba estos días el ejecutivo de una industria.

La falta de visión sobre cómo solucionar los problemas no afecta sólo al gobierno nacional sino también al bonaerense. El revalúo que acaba de imponer Daniel Scioli sin aceptar el diálogo con la dirigencia rural puede tener un efecto recesivo sobre la economía provincial. "Si un campo de 150 o 200 hectáreas va a tener que pagar el doble o triple de impuestos esto implica un aumento de sus gastos fijos", recordó el tributarista Santiago Sáenz Valiente. Esta imposición se agrega a la elevada presión impositiva que padece la actividad. Según un trabajo que dio a conocer el Movimiento CREA, en un campo tipo del partido de Pehuajó, por ejemplo, el 84% del resultado económico va para el pago de impuestos y para descuentos comerciales (77 y 7%, respectivamente, en campo propio).

Para intentar cerrar sus agujeros fiscales, el gobierno bonaerense apela a la receta preferida del kirchnerismo: aumentar la presión fiscal sobre los sectores más dinámicos de la economía. Por esa razón, y por haber roto los canales de diálogo, la Mesa de Enlace de entidades rurales convocó a un cese de comercialización de granos y de hacienda desde hoy hasta el domingo 10 de este mes. Esa misma voracidad fiscal fue la que desplegó la provincia de Entre Ríos y la que está por sacar a la luz la provincia de Santa Fe.

El origen de ese problema está en la inflación, que el gobierno nacional se niega a reconocer, y en el aumento del gasto público.

Es que la renovada pelea con el campo favorece a los kirchneristas de paladar negro que imagina escenarios de sectores sociales en lucha. No han aprendido la lección del 2008, en la que quedó claro que el campo no es uno solo y que no se trata de una clase social parasitaria. Siguen sin comprender que es la "burguesía nacional", más consolidada de la economía argentina. Una clase media de emprendedores que invierte y dinamiza la economía del país y que opera en forma de red integrada a la economía global. Además de todo eso, tiene arraigo territorial. Esta forma de trabajo no reclama políticas de protección al Gobierno, con que no le ponga trabas ya sería más que suficiente.

No hay que mencionar a Estados Unidos, Europa o Australia sólo como ejemplos de países y bloques que apoyan a sus productores agropecuarios. En los países vecinos ya se entendió que la producción agropecuaria es un sector estratégico de la economía. En un mundo en el que la tierra y el agua se convierten en bienes cada vez más escasos, hay países serios que están en condiciones de alimentar a su población y tienen excedentes y no se dedican a destruir al corazón de su sistema productivo.

Un nuevo conflicto entre el Gobierno y el campo cuando el mundo entra en recesión pero sigue estando por aumentar el consumo de proteínas animales y vegetales no tiene vías de éxito.

RESUMEN

-9,8%

en agroquímicos

Fue la caída del sector en abril pasado respecto de 2011

LA FRASE

"Olviden por un momento la especulación y piensen en la Argentina"

Cristina Fernández de Kirchner

Presidenta de la Nación