La otra barrera la marcó la pésima dirección política del kirchnerismo para relacionarse con la Justicia y con la aritmética parlamentaria. Barack Obama frenó en seco, queriendo o sin querer, el anuncio de la estatización de YPF sólo con una invitación a Cristina Kirchner para hablar a solas. Obama, que antes había denunciado el acoso a la libertad de prensa en el continente, nunca fue más oportuno, y no sólo por Repsol. Hay preocupación en Washington, es cierto, por las varias veces anunciada, y nunca consumada, expropiación de YPF. ¿Por qué? Hay 4000 millones de dólares invertidos por norteamericanos en acciones de la petrolera.

Dos duras cartas del exterior habían llegado ya a la mesa de trabajo de la Presidenta. Una está firmada por Mariano Rajoy, el jefe del gobierno español, viejo interlocutor de Cristina, en la que le adelantó que Repsol YPF es una cuestión de Estado para España. La otra fue despachada por el primer ministro italiano, Mario Monti, pero ésta no se refiere a Repsol ni a YPF. Monti protestó contra la política tarifaria de Cristina, que está poniendo en las puertas de la quiebra a la sucursal argentina de la eléctrica Endesa, controlada por la italiana Enel. Monti le reprochó también la política comercial que virtualmente cerró las importaciones.

Angela Merkel podría interesarse por Repsol y por otras transgresiones argentinas como una poderosa representante del G-20. La Unión Europea ha dicho públicamente ya palabras de una inédita severidad contra el gobierno argentino. El enojo de Cristina con el mundo se dio vuelta ahora: es el mundo el que está enojado con ella.

Durante la larga jornada del jueves pasado, el Gobierno dejó correr (y hasta alentó) las versiones de un inminente anuncio presidencial sobre la estatización de YPF. Jamás desmintió esos rumores. Las acciones de YPF subían en la Bolsa argentina contra cualquier pronóstico, espoleadas por una sospechosa compra de acciones. O es un método perverso para tratar a empresarios y políticos o Cristina Kirchner cambió sobre la marcha el discurso que dio ese día.

Algo la hizo retroceder. Obama la invitó justo en las horas en que preparaba su diatriba contra la petrolera. La Presidenta huyó de la perspectiva de sentarse frente a su colega norteamericano con la expropiación de una empresa en la mano. Los gobernadores petroleros se dieron cuenta tarde, pero en esas mismas y decisivas horas, de que en adelante las regalías pasarían a depender, como depende todo, del humor presidencial. El kirchnerismo les estaba pidiendo el suicidio financiero. Se resistieron.

¿Por cuánto tiempo? Antonio Brufau, escéptico, ofreció al Gobierno un plan de inversión de entre US$ 3500 y 4000 millones por año y la decisión de no liquidar dividendos. Axel Kicillof respondió que el Gobierno quería que devolvieran todas las ganancias de los últimos años. Es la plata que necesitan para pagar un año de importaciones de combustibles, provocadas por la mala política energética del Gobierno. Alguien deberá hacerse cargo de las facturas de una fiesta política de la que sólo participó el kirchnerismo. Kicillof exigió algo más: que Repsol desinvirtiera en todos los lugares del mundo donde está para trasladar esos recursos a la Argentina. Quieren controlar Repsol, no sólo YPF , dijo una fuente empresaria.

Brufau se limitó a recordarle que, según la ley argentina, YPF cuesta 18.000 millones de dólares, que es lo que deberá pagar cualquier gobierno, actual o futuro. También le advirtió que la Argentina se vería con un tornado de frente en el mundo financiero, económico y político del exterior. Es lo que empezó a suceder poco después. Julio De Vido se hizo malamente el duro frente a Brufau. De Vido era un visitante diario de YPF cuando Brufau estaba en el país, hasta hace cuatro meses. ¿Dónde está la dignidad de los funcionarios? La propia Cristina Kirchner fue testigo y protagonista del acuerdo político que trabó su marido muerto para que accionistas argentinos se incorporaran a YPF. La Presidenta no lo recibió a Brufau porque, en fin, no sabría cómo desdecirse de las alianzas que vio y promovió.

La Presidenta promueve, a veces, causas perdidas. La decisión de designar a Daniel Reposo al frente de los fiscales tuvo dos consecuencias. El estupor con que la Justicia recibió esa postulación y el probable rechazo del pliego por parte del Senado. Los números están más cerca del rechazo que de la aceptación de Reposo. El peronismo disidente es clave para que el oficialismo alcance los dos tercios necesarios. Un referente importante de ese peronismo sigue siendo Carlos Reutemann, quien votará en contra de Reposo si se tienen en cuenta sus votaciones anteriores y su trayectoria política.

Reposo llegará, si es que llega, porque el Gobierno se deshizo de la peor forma de ex procurador Esteban Righi, valorado por los máximos jueces del país y por la dirigencia política. Hay varios y viejos amigos de Righi en el gabinete. Callaron. ¿Dónde está la dignidad? Entre los jueces deambula, insistente, una pregunta: ¿qué le espera al resto de los mortales si un amigo del kirchnerismo, como es Righi, fue despachado con la acusación pública de tráfico de influencias y de prácticas mafiosas? ¿Cuál fue el pecado de Righi? ¿Acaso no imaginar lo que la jefa del Gobierno quería y nunca pidió? ¿Hasta qué grados de sumisión y sometimiento deben llegar los funcionarios públicos?

Es desesperación también. El juez Daniel Rafecas, que lleva la causa contra Boudou, fue denunciado ante el Consejo de la Magistratura, en un trámite interesado e irregular. Rafecas pecó de imprudencia cuando intercambió mensajes de texto con un viejo amigo suyo, el abogado Ignacio Danuzzo, que ni siquiera es defensor formal de nadie. Este solo dato hace caer la eventual causa contra Rafecas en el Consejo. Ese diálogo fue en los momentos iniciales de la investigación, cuando aún no había nada. El propio magistrado lo paró a Danuzzo, ya éste como coordinador de facto de las defensas de Boudou y de Vandenbroele, cuando comenzó a hacerle reclamos que invadían su condición de magistrado a cargo.

Rafecas no se apartará de la causa. Estoy sereno y tranquilo , dijo ante una consulta precisa. Tampoco hay razones para que avance la recusación contra el respetado fiscal Carlos Rívolo, que apoyó al juez no bien éste fue cuestionado. ¿Qué desesperación llevó a Danuzzo a traicionar una amistad de décadas con Rafecas? ¿Cuánto interés tenía el Gobierno en apartar al juez de la causa? ¿Qué y cuántas cosas mediaron para que un abogado decida cerrar para siempre las puertas de todos los jueces? ¿Qué juez aceptaría hablar con Danuzzo en adelante después de semejante delación?

El Gobierno disparó sobre sus pies. Righi se fue difamado porque no quiso regimentar a los fiscales. Rafecas y Rívolo están pagando las consecuencias de haber decidido cumplir con su deber. El kirchnerismo logró, así, poner en funcionamiento la corporación de los jueces federales, que es una corporación propia. Ya existen elementos concretos contra Boudou en la Justicia. Hay también varias mendacidades suyas probadas en la investigación. No se estaría lejos, entonces, de la citación a indagatoria del vicepresidente.

Podrá ir o no ir a explicar su verdad al juez, pero Boudou no se salvará del escándalo político. La crisis carece de dirección política porque prevalece una certeza equivocada: hay, cree la Presidenta, un intento golpista contra ella. La verdad es más simple: sólo se busca saber si Boudou y sus amigos usaron el Estado para hacerse ricos.