Vale la pena detenerse en los contrastes de estos días. Mientras el país vive el luto de la tragedia de Once por la decadencia de un sistema ferroviario que alcanzó el estado de chatarra, un grupo de investigadores del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral generaron plantas de soja, maíz y trigo resistentes a la sequía y la salinidad después de haberles insertado el gen HAHB-4 que descubrieron en el girasol.

El hallazgo cobra aún mayor relieve si se tiene en cuenta que en condiciones normales el gen confiere una mayor productividad, entre 15 y 30% en las primeras experiencias, a diferencia de lo que hasta ahora venía ocurriendo con en los 25 eventos transgénicos que resisten el estrés hídrico. Es decir, se trata nada menos que de una innovación que ayudará a despejar algunos de los interrogantes sobre cómo alimentar el crecimiento de la población mundial.

Bioceres, que tiene la licencia de explotación por 20 años del desarrollo patentado por el Conicet y la universidad del Litoral, cerró una alianza con la empresa Arcadia Biosciences para lanzar variedades de soja con este gen en los mercados mundiales. Serán comercializadas con el nombre Verdeca. Las dos firmas proyectan licenciar el desarrollo en otras compañías por lo que recibirán las regalías de las semillas comercializadas.

De esta forma, y desde el agro, se alcanza el desiderátum del valor agregado. Conocimiento puro e innovador que se exporta al mundo y genera riqueza. Lo obvio es que esto no es producto de una casualidad ya que la agricultura argentina es una excepcional plataforma para subir la escalera del agregado de valor.

Una plataforma de lanzamiento, hay que decirlo también, que se encuentra muy lejos de cumplir con todo su potencial.

Este exitoso desarrollo científico ocurre mientras las políticas de gobierno siguen estimulando, con un alto grado de empecinamiento, la puesta en escena de simulacros de agregado de valor en sectores de la economía que no son competitivos. La historia económica demuestra que la industria ensambladora puede vender fantasías de modernidad por un tiempo, pero que a la larga termina generando una cuenta más cara que la pagan los consumidores locales.

Ahora bien, ¿cuál es la reflexión que cabe de una realidad con tantos contrastes? Dirimir si el descubrimiento biotecnológico refleja mejor a nuestra sociedad que los trenes que no frenan puede significar una pérdida de tiempo. Más útil es saber que estamos incubando para los próximos años. ¿Se generan condiciones para formar científicos como la doctora Raquel Chan y el equipo que desarrolló el gen HAHB-4? ¿Se esta trabajando para tener un moderno sistema ferroviario o en desarrollar prácticas clientelares que producen corrupción y muerte?

El ferrocarril, el de pasajeros y el de cargas, fue un protagonista clave e indiscutible del desarrollo de nuestro país y del agro en particular.

Hoy apenas transporta el 5% de las cargas mientras que el camión lo hace en más del 90%. Una lástima, especialmente en tiempos en el que el barril de petróleo supera los 100 dólares y cualquier modernización de los trenes de cargas ayudaría a bajar los altos costos de transporte en relación al resto de los países productores de alimentos. Parte de la competitividad que se gana tranqueras adentro se pierde en la logística del transporte.

La cuenta es muy simple: con la misma cantidad de gasoil un tren transporta cuatro veces más carga que un camión. Para la ampliación de la frontera agrícola el tren es una herramienta imprescindible ya que a más de 1000 kilómetros, como ocurre con el NOA y el NEA, sus costos con significativamente más bajos que el camión. Los fletes del NEA al puerto de Rosario dejan prácticamente fuera de competencia al sorgo y al maíz.

Todo indica, por la falta de ideas y de planes de expansión, que los trenes no tienen un futuro certero en nuestro país y todo se seguirá emparchando.

Muy frío para el trigo

En otro orden y ya transitando en las últimas etapas de los cultivos de la gruesa, también se pueden observar grandes contrastes en la situación financiera de los chacareros.

Es cierto que la seca pegó en forma muy desigual pero también es cierto que encontró a muchos con una alta exposición de endeudamiento. "La agricultura es un negocio de promedios, por lo menos de tres años. Así que en los años de vacas gordas hago la reserva para cuando vengan las de vacas flacas. Nunca redobló la apuesta cuando me va bien", predicaba un experimentado agricultor de Pergamino.

Y en contraste con lo que ocurría en los últimos años por esta época: llama la atención el frío polar que muestran los productores para sembrar el trigo de la próxima campaña. ¿Problemas de paciencia?

RESUMEN

50%

crecimiento 2011

Del biodiésel en el corte del gasoil

La frase

"Hay que apostar al diálogo, porque todos hemos aprendido que enfrentados no logramos nada "

Cristina Kirchner Presidenta de la Nación