Por Carlos Marín Moreno

"Los precios del maíz eran altos a principios de año, pero luego cayeron a 150/155 dólares por tonelada porque se liberan pocos permisos para exportar a partir de las perspectivas de menor producción 2011/2012", apunta Sebastián Olivero, de la consultora Agro Tecei.

"Además hay muchos problemas de liquidez entre los productores, que deben pagar alquileres e insumos tras la cosecha, y eso asegura una presión de oferta estacional que compensa la menor producción esperada", agrega. Olivero considera que si el Gobierno no tiene seguridad de disponer de una cosecha de 20 millones de toneladas no cambiará su conducta respecto de los ROE y eso determinará que los exportadores sigan sin apuro para comprar.

"En los últimos tiempos, liberaron 200.000 toneladas en un mes, un millón en otro, luego nada durante tres meses y así destruyeron el mercado. Con aperturas y cierres sin ninguna previsibilidad interrumpen la dinámica operativa", añade. Como resultado de esos comportamientos, los productores reciben 150/155 dólares por tonelada, contra 185 del FAS teórico.

La situación internacional tampoco ayuda: el USDA pronostica una siembra de 38 millones de hectáreas en ese país (800.000 más que la campaña pasada), que es el nivel más alto desde la década del 40. Con un rinde normal, esa superficie puede dar 350-360 millones de toneladas, contra los 314 millones del año pasado, cuando la cosecha fue afectada por inundaciones primero y sequía después. Ahora, la expectativa de una gran cosecha estadounidense es un factor bajista porque la demanda no crecerá a ese ritmo y entonces podrían aumentar fuertemente los stocks. Eso debería tener un efecto bajista sobre los precios, porque el gobierno de EE.UU. dejó de subsidiar al etanol.

La gran siembra de maíz en los Estados Unidos es consecuencia de las preferencias de los farmers por el cereal, y porque éste ofrece mejor negocio que la soja cuando se comparan márgenes en función de precios relativos. No obstante, el analista aclara que estas perspectivas de gran cosecha estadounidense deberán ratificarse o no en la práctica: la siembra empieza en abril y en junio-julio se definen los rendimientos. Habrá que ver qué pasa con el clima en esos meses, un factor no menor por considerar.