En el sur de Córdoba se pasó de inundaciones a principios de 2010 a una muy dura sequía a comienzos de 2011. Además, actualmente hay fuertes fríos en EE.UU. e inundaciones en Australia. Estas anormalidades climáticas, así como la grave sequía de 2009, ¿son circunstanciales o vinieron para quedarse y formarán parte de la ecuación de producción agrícola en los próximos años?.
No lo sabemos hoy, pero lo que sí está claro es que “últimamente aumentó significativamente el riesgo empresario y las posibilidades de obtener resultados económicos de quebranto”, afirma Juan Balbín, vicepresidente del Movimiento CREA.
“La anormalidad climática actual se da en la Zona Núcleo, la más productiva del país, donde nadie esperaba rindes de soja de cinco quintales por hectárea y sin embargo se observaron en el ciclo 2008/9. Estos resultados podrían repetirse en el ejercicio 2010/11 si sigue sin llover”, agrega.
Balbín también resalta la gran variabilidad espacial de las pocas precipitaciones registradas hasta ahora, con diferencias marcadas en pocos kilómetros. “Las anormalidades climáticas extraordinarias que estamos viviendo traen una perspectiva de nuevos precios de las materias primas y un horizonte muy complicado para la alimentación del mundo y para los agricultores, porque serán muchos los que sembrarán y cosecharán una cantidad insuficiente para pagar los gastos o no cosecharán”, advierte.
Continuó en este sentido y sotuvo que “luego de la devaluación de 2002, los agricultores argentinos pudieron concretar varias cosechas con rindes y precios razonables hasta el catastrófico ciclo 2008/9. Esa campaña de muy bajos rindes dejó fuertes deudas en los operadores que aún hoy no se terminaron de saldar”, adelanta Balbín.
“El actual ciclo agrícola se desarrolla con muchos insumos retirados a pagar a la cosecha, pensando en rindes promedio, con el apalancamiento de tarjetas bancarias o con financiación de las compañías y/o distribuidores. Generalmente estos compromisos están garantizados con forwards, que en algunos campos con bajos rindes no se podrán cumplir”, anticipa el empresario.
En ese caso, el quebranto para el productor será doble, porque, además de tener que conseguir fondos frescos para pagar los insumos, deberá salir a comprar la soja que no produjo a 340 dólares por tonelada en la época de cosecha, para cumplir un forward que pactó temprano a 250 dólares, por ejemplo.
Con este mediano plazo poco alentador, por estos días, la mayor preocupación de los productores es la lluvia, ya que los precios son satisfactorios. “En vistas de la cosecha esperada, ya hay productores pensando en un plan B alternativo. Este incluye suspensión de inversiones y una actitud cauta en los gastos hasta ver finalmente con cuánto grano se cuenta tras la cosecha” apunta Balbín.
La situación se complica más por la dificultades para vender el trigo, que permitiría traer un poco de oxígeno financiero a las empresas.
“En gran parte de la región triguera norte sólo se están pudiendo cumplir los forwards; los exportadores están inactivos en la zona de influencia del puerto de Rosario”, critica el empresario.