La aparición de Sanz en la grilla de presidenciables de la UCR no hizo más que cristalizar un mapa de pujas internas y debates mediáticos. La postal no es exclusiva del radicalismo. La debacle de figuras y propuestas la sufren por igual los socialistas, el Peronismo Federal, GEN, la Coalición Cívica y el macrismo.
La oposición no logró hasta hoy capitalizar el clima de malestar social que existe con el Gobierno por la falta de luz, de billetes y de naftas. Las encuestas muestran que la inseguridad y la inflación son las dos grandes preocupaciones que padece el argentino medio. Pero la Presidenta no dio hasta ahora con la receta adecuada para frenar esos males y nada hace prever aún que la oposición dará ahora una respuesta a ello. ¿O acaso el fraccionado universo antikirchnerista alcanzó acuerdos en el Congreso y supo mostrar a un líder que amenace la figura de Cristina Kirchner en las encuestas?
La decisión de Sanz de dar pelea en la UCR despertó una dura lucha que le llevará buena parte del año a ese partido. Ricardo Alfonsín suscribió la idea de Sanz de ir a elecciones internas en abril para después competir con otras fuerzas de un frente progresista en las primarias abiertas de agosto. "Pura conspiración del aparato partidario para dejarme fuera de combate", bramó Cobos desde Brasil. El vicepresidente cayó en las encuestas y sus aliados se le escabullen. Pero se aferra a la esperanza de que el electorado independiente lo salvará en una puja interna abierta. Cualquiera que sea el resultado de este combate, dejará heridos, aunque Alfonsín está convencido de que con ello se potenciará el que gane.
Los socialistas rompieron la histórica disciplina partidaria que caracterizó al partido de Alfredo Palacios y sacaron a ventilar sus miserias. El gobernador Binner cruzó fuerte al senador Giustiniani por sus aspiraciones electorales en Santa Fe y este cortocircuito dinamitó los caminos para un acuerdo con otras fuerzas. La comedia socialista no hizo más que dañar a dos figuras que hasta ahora se mostraban conciliadoras pese a las diferencias.
Carrió ya optó por llevar la Coalición Cívica a un camino sin alianzas. Sus discípulos cuestionaron por lo bajo esa decisión. Pero el verticalismo impera desde hace tiempo en esa fuerza, que se tendrá que contentar con acuerdos locales con otros partidos en Santa Fe, Río Negro o Córdoba. "No importan las alianzas porque vamos más adelante que el resto en definición de propuestas y candidatos", dijo un ladero de Carrió. ¿Se resignará la Coalición Cívica a ser una fuerza testimonial?
La dirigencia de Pro está enfrascada en el debate por la fecha de las elecciones porteñas y aún no está definido si Mauricio Macri volverá a pelear por la Capital o irá por la presidencia. "Todo depende de lo que haga Cristina Kirchner", admiten sus allegados. Y los peronistas disidentes no logran unificar un criterio para definir al candidato. Mucho menos para esgrimir un plan programático de gobierno.
En este escenario difuso de la oposición, los kirchneristas creen que llevan todas las de ganar. Pero saben que aún no pueden cantar victoria. Deben dilucidar el gran enigma que los carcome y que es la piedra angular de su proyecto: si Cristina Kirchner será o no la candidata. En el caso de que la Presidenta resigne su plan reeleccionista, el PJ ingresará sin más remedio en una puja similar o más profunda que la que hoy transita la oposición.