Una nueva sequía, a poco de finalizar la anterior, está provocando ingentes pérdidas en los cultivos y riesgos para el ganado.

Las lluvias registradas en las últimas horas parecen insuficientes y la intensa sequía, que cubre extensas áreas del territorio nacional, afectará principalmente la evolución de los cultivos de maíz y de soja, con perjuicios irreversibles en el primer caso del orden de 4 a 5 millones de toneladas y pérdidas potenciales de aproximadamente 9 millones en el caso de la soja. También tendrá efectos sobre el girasol, el sorgo y otros cultivos.

El trigo, que junto con la soja y el maíz, integra la trilogía más importante de la producción agrícola nacional, pudo escapar a la sequía por su evolución durante el invierno y la primavera, cuando los suelos disponían de humedad suficiente. Sin embargo, la siembra de trigo había cubierto sólo 4 millones de hectáreas, muy inferiores a los 6 millones registrados en el decenio pasado, como consecuencia del desaliento provocado por las constantes intervenciones del gobierno nacional en sus mercados. Merced a esos altos rendimientos se habrían podido compensar sus reducidas siembras, cosechando 14 millones de toneladas. El caso de la soja y el maíz es bien distinto con motivo de la interrupción de las lluvias y la aparición de altas temperaturas a partir de noviembre y hasta el presente, en pleno período de crecimiento vegetativo, de floración y formación de los granos. Inclusive existe gran incertidumbre sobre el cumplimiento de las siembras proyectadas, que comprometerían unos 3 millones de hectáreas de soja y 400 mil en el caso del maíz.

La menor oferta de producto argentino y en menor medida la del Mercosur, menos afectada, está fortaleciendo las cotizaciones en los mercados internacionales, que siguen diariamente los pronósticos meteorológicos referidos a la llamada zona núcleo, de importantes siembras de la región pampeana húmeda, azotada ahora por la sequía. Los mayores daños afectarán a la producción argentina, a sus productores y a los ingresos del fisco nacional. Sólo a título de ejemplo cabe mencionar que una reducción de la cosecha de soja de 9 millones de toneladas significaría un menor ingreso global del orden de los 4500 millones de dólares y una pérdida de recaudación por el Estado, en concepto de retenciones, de unos 1500 millones de dólares.

La sequía tiene otras muchas facetas y factores de riesgo. El país lo ha experimentado en 2008 y gran parte de 2009 con grandes reducciones en las cosechas. También, con la mortandad de ganado vacuno y lanar. Nuestra historia registra grandes sequías en la década del 30 y a principios de los años 50 y de los 60.

El Estado no debería mantener los elevadísimos niveles de impuestos a las exportaciones, en cuyo contexto resulta imposible mantener un sistema productivo estable y creciente, sin sobresaltos y crisis periódicas. El sistema impositivo aplicado al agro perturba la utilización plena de tecnologías destinadas a impulsar el crecimiento, prevenir la erosión y preservar la fecundidad de nuestras tierras.