Mariano Obarrio
LA NACION
La demora del Banco Central para transferir los más de US$ 6500 millones de sus reservas a una cuenta del Tesoro nacional, tal como dispuso por decreto la presidenta Cristina Kirchner hace tres semanas, acentuó el malestar del Gobierno con el presidente de la máxima autoridad monetaria, Martín Redrado, que podría derivar en una incipiente crisis política.
"Hay funcionarios que ya se plantean cómo manejar el impacto comunicacional si esto se transforma en una crisis", confió a LA NACION un alto funcionario oficial.
Según trascendió ayer, la Casa Rosada le envió un mensaje claro a Redrado: que liberara cuanto antes los fondos de las reservas del Banco Central y que no pusiera en riesgo la política económica del Poder Ejecutivo.
"Existe un profundo malestar en Olivos con Redrado: está poniendo en tela de juicio nada menos que un decreto de necesidad y urgencia (DNU) de la Presidenta", deslizaron las fuentes oficiales.
El DNU número 2010/09 dispuso la creación del Fondo del Bicentenario, por el cual el Poder Ejecutivo obligó al BCRA a transferir US$ 6569 millones de sus reservas al Tesoro nacional para garantizar el pago de la deuda en 2010.
Fuentes cercanas al titular del Banco Central negaron a LA NACION haber "recibido presiones". Sin embargo, otras fuentes de la Casa Rosada dijeron que hubo un llamado en la máxima reserva a Redrado del secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, hombre de confianza de Cristina y Néstor Kirchner.
Tanto la Casa Rosada como el BCRA quieren cuidar las formas para evitar un impacto negativo en los mercados financieros. El malestar tiene un límite jurídico: el Banco Central es una entidad autónoma respecto del Poder Ejecutivo, y Redrado debe cumplir el mandato que fija la ley, que termina el 23 de septiembre próximo.
Pero también hay límites económicos y financieros. "Cambiar a Redrado o cuestionar abiertamente al BCRA sería una muy mala señal hacia los mercados de crédito, a los que se pretende seducir", añaden en Balcarce 50.
El ministro de Economía, Amado Boudou, avalado por la Presidenta, quiere dar señales de confianza al mundo financiero para poder acceder a los mercados de crédito voluntario durante 2010 y conseguir financiamiento a bajas tasas, en un año complicado en lo fiscal. El uso de las reservas, precisamente, fue concebido para generar confianza en los mercados y tener mayor liquidez ante la posible suba del gasto.
Pero nadie puede predecir por ahora cómo podría reaccionar Néstor Kirchner si el BCRA demora en forma indefinida la formalización de ese DNU firmado por la Presidenta.
Cristina Kirchner mantuvo anteayer una conversación de dos horas con el ministro Boudou. Según confiaron a LA NACION fuentes oficiales, se analizó en detalle, con profunda preocupación y nerviosismo, la actitud del directorio del BCRA y de Redrado.
El malestar se hizo presente. Y la propia reunión se interpretó como un respaldo político de la Presidenta a Boudou, a quien llenó de elogios. El ministro de Economía, no obstante, busca evitar una confrontación abierta con el titular del BCRA: tiene buena relación personal con Redrado y es partidario de resguardar al máximo la figura de la autonomía del Banco Central.
Un eventual reemplazo de Redrado es algo que por ahora no se menciona en el Gobierno como una posibilidad cierta.
El malestar del Gobierno también obedece a que Redrado, en la presentación del Programa Monetario de 2010, deslizó que la búsqueda de crédito en los mercados voluntarios no debe realizarse mediante atajos, en referencia al cuestionado DNU.
La autoridad monetaria demora ahora la ejecución del DNU porque su directorio analiza el posible impacto jurídico (ver aparte).
Además, el DNU fue impugnado en el Congreso y en la Corte Suprema, ante una demanda por inconstitucionalidad de la provincia de San Luis. El máximo tribunal le reclamó al Poder Ejecutivo un informe perentorio sobre los fundamentos de la medida, que debería ser enviado por la Presidenta la semana próxima, sobre lo cual habló también con Boudou en aquella reunión.