Las enormes exportadoras de cereales, oleaginosas y derivados salieron ayer a abrir el paraguas ante una nueva acusación que se ven caer encima: las acusaciones de especulación en medio de la crisis que está por desatarse entre los trigueros del sudeste bonaerense, que producen cerca del 60% del cereal del país. Es que estos, a punto de cosechar, no tienen comprador.

“Antes que el precio, el problema es que no hay quién compre”, sostuvo David Hughes, presidente de la asociación que nuclea a la cadena de este cereal, Argentrigo. “El Gobierno interviene el mercado y determina que hay que venderle 6,5 millones de toneladas de trigo a la molinería. Pero la molinería necesita esa cantidad a lo largo de todo el año, no en el mes que se cosecha, que es cuando el productor necesita vender para achicar deudas. Nadie produce para guardar”, explicó.

El otro comprador de trigo en el país (quizá el favorito porque paga rápido) son los exportadores, nucleados en el CEC. Pero el Gobierno también determinó cuál sería el saldo exportable del país, en función de la cosecha pasada. Y sobre la base de esta estimación, el 10 de septiembre pasado firmó con las exportadoras un acuerdo en el que, grosso modo, las habilitaba a exportar lo que quisieran, siempre y cuando se hicieran cargo de que el mercado interno no quedara desabastecido, incluso al punto de tener que importar el cereal faltante (trigo o maíz).

Así, los exportadores no están dispuestos a correr riesgos. Y comunicaron que ya han comprado “más del 90% del saldo exportable de trigo determinado por el Gobierno, que asciende a 3.300.000 toneladas y que incluye el stock estimado de la cosecha anterior 2008/09”. Y agregaron que ven que el volumen de oferta de este cereal supera sus posibilidades de compra en función del saldo exportable autorizado”. Es decir, avisaron que no compran más.

Por otro lado, resaltaron que su participación en el precio del trigo es más bien limitada desde que la reducción de la producción por la sequía ha disminuido su participación en las compras del cereal del 60% al 30%, que ganó la molinería.

Los molinos estarían pagando el precio que quiere el Gobierno, pero restan los fletes, y abonan una parte a los 20 días y el resto a 90 o 120 días, más o menos supeditado a su propio cobro de compensaciones de parte de la Oncca. Encima, según Hughes, prácticamente no hay molinos en el sudeste bonaerense, lo que además impone desigualdades regionales.